Esta mañana, a Lucas lo habían citado a las 12 p. m. para la revisión médica del trabajo.
Ya que no le gusta llegar tarde a estos eventos, ha salido con bastante antelación para tomar el tren tranquilamente. Sin prisas.
Evidentemente, no podía saber que la Renfe se pasa las antelaciones por el forro de los asientos.
El tren llegaba con bastante retraso y eso ha provocado que Lucas tuviera que realizar una maniobra de seguridad: llamar por teléfono al centro para avisar de que llegaría más tarde de la hora concertada.
Tenía que marcar el número, esperar a ser atendido y mirar hacia el túnel para controlar la llegada del transporte.
Con el móvil en la mano derecha y el dedo índice de la izquierda apoyado en el pulsador de la puerta, ha subido al tren.
Su primera reacción ha sido colgar de inmediato. No le gusta hablar por teléfono en los transportes públicos. Eso de que the people around tenga las orejas dirigidas a las conversaciones de otros humanos, le ha fastidiado desde que es consciente de las conversaciones ajenas.
¿A quién le importa lo que yo haga? ¿A quién le importa lo que yo diga? (Alaska)
O levantaba el tono de voz más de la cuenta con la consiguiente redirección de orejas o esperaba un poquito. El motivo de este «cuelgue» se ha debido a la presencia de ese tipo de tipo que canta en formato karaoke. Mira que hay vagones en el convoy y ha tenido que entrar en el que estaba el «cantante» parapetado, detrás de su micrófono, cantando en inglés. Por cierto, no lo hacía mal el muchacho.
Valorando posibilidades, ha optado por llamar en cuanto el singer ha cambiado de vagón. Ha dado al pretexto de turno y ha colgado. Tres minutos antes de la hora fijada, entraba en el hall de las consultas, sudado como un pollo.
El tiempo de espera en la sala del mismo nombre ha sido razonablemente corto.
La enfermera lo ha llamado por su apellido y empresa. Lucas ha entrado en la consulta y ha comenzado la romería.
Todo bien. Explicaciones diversas, preguntas directas, respuestas más extensas. La prueba de audición absolutamente perfecta. En cambio, la visión de cerca (Mister Magoo) se ha alterado un poco y es probable que tenga que encargar gafas ocupacionales. De eso se ocupará en otro momento.
Aprovechando que era la hora de comer, ha decido tomarse un refrigerio en la ciudad. Así, al llegar a casa solo tendría que mirarse cuatro cosas y tocar un rato el piano. Ha de sacar tiempo de donde sea. En breve tiene una audición y no puede fallar.
Por cierto, quizás te preguntes a santo de qué hemos escrito en el título 25 %. Es muy fácil. En la sala de espera había cuatro humanos. Uno de ellos era Lucas que observaba con cautela qué hacían y cómo se comportaban los otros tres. Uno de ellos, ha entrado en la sala sin levantar la vista del móvil. Simplemente se ha sentado en una silla y no ha saludado al resto. Los otros dos, en cambio, sí han saludado, pero enseguida han clavado la vista en sus móviles. Lucas se ha limitado a mirar y a esperar su turno.
Las 17:30. Hora de piano. Te dejo que llego tarde.
Pues yo estoy leyendo a Lucas en el movil!!! A veces ser del 75% es practico!