Ups!!! Me olvidé los warnings

Trabajas a treinta kilómetros de casa. Hasta ahora ibas en transporte público, pero desde que tu prima te pasó su coche, ha habido un antes y un después en tu vida. Ya no te has de meter esos madrugones del demonio.

Siempre has sido muy puntual en casi todos los aspectos de tu vida. Jamás, desde que recuerdas, has llegado tarde a ninguno de los compromisos que has tenido: citas, trabajo, un velatorio, una boda, hora en el notario, etc.

En tu barrio, las cosas se han puesto difíciles. Desde que al consistorio le dio por hacer obras, aparcar el coche en la calle se ha convertido en una experiencia cercana a la ciencia ficción.

Quizás fue el destino, quizás la casualidad, pero haberte apuntado a clases de yoga, te ha resultado mucho más interesante de lo que esperabas. Ya no pierdes los nervios como tiempo atrás. Recuerdas, con una sonrisa algo tímida, las palabrotas que llegabas a decir por minuto, cuando el vehículo que iba delante ocupaba esa plaza que habías visto siete segundos antes y te la arrebataban en tus narices.

Suerte del yoga.

No siempre aparcas cerca de casa. Sin ir más lejos, ayer jueves te costó más de veinte minutos. Vueltas y más vueltas por el barrio sin encontrar un mísero hueco y eso que tu coche es lo que podríamos denominar un utilitario, pequeño, fácil de meter en cualquier espacio. Y aun así, ayer no hubo manera. Los astros no estaban alineados.

Suena el móvil. Ya habías quitado el contacto, así que respondes sin el manos libres.

—Acabo de aparcar hace menos de un minuto.
—Sí. Lo sé. Es muy tarde, pero no había forma humana de encontrar un puto hueco, perdón, un hueco.
—Calculo que llegaré en diez minutos. He tenido que aparcar a tomar por culo de casa, digo… lejos.
—Lo sé, lo sé. Mañana me tendré que levantar un poco antes… pero nada comparado con la temporada pasada. ¿Te acuerdas, cariño?
—Cojo la cartera y vengo como un cohete.

Por fin en casa. Una ducha rápida, una cena ligera, un poco de conversación con tu pareja y a la cama. Mañana será otro día.

Te has levantado con tiempo, como siempre. Café, tostada, un zumo de naranja. Son las siete de la mañana. Agarras la cartera. En la nevera pusiste una nota: «Guardar exámenes». Eres profesora en el instituto público de Granollers y has de entregar al claustro los exámenes de primavera. Tenías que corregirlos la semana pasada, pero con el yoga, el piano, las clases de inglés y las reuniones con los padres, no te da tiempo ni para un cine.

Te metes en el auto. Activas el manos libres por si te llaman del instituto.

—¡Qué raro! No se conecta con el móvil. A ver…
—¡Coño, hostia, joder! No me queda batería en el puto coche.
—¡¡¡Ups!!! Me olvidé de apagar los warnings

Ups!!! Me olvidé los warnings

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