Una pila

Hay muchos tipos de pilas. Recargables y no recargables. De diferentes amperajes, voltios, potencias, tamaños, usos. Con formas diferentes: cilíndricas, rectangulares, de botón. De composición salina, alcalina, litio, óxido de plata, células de aire zinc. Y las famosas de níquel-cadmio, níquel-metal hidruro y las más extensas pilas de ion de litio, que nos acompañan todos los días de nuestra mortal vida, a todas partes y en todo momento.

Para el mando de la tele, el marcapasos, la alarma médica, el despertador de sobremesa, la radio del abuelo, el radiocasete que algunos energúmenos aún se llevan a la playa, nuestros inseparables móviles, el mando del garaje, los portátiles, tablets, watchs, SmartTV, los consoladores, el satisfyer, las muñecas hinchables con motor… Seguro que me dejo infinidad de aparatos que van provistos de pilas que, en algún momento, se van a gastar.

Más de uno se preguntará: ¿y por qué no has mencionado, también, el mando a distancia del vehículo si ahora casi todos van con este tipo de cierre? Según me ha dicho un pajarraco, parece ser que no todo el mundo lo sabe. Creo que hay un tipo de humanos, los mecánicos del mono grasiento, que se salen de la categoría. Son los denominados greasemonkey. Estos, no tienen ni puta idea de lo que significa el cambio de una pila. Una que, según el lugar que ocupe, se cambia en menos de dos minutos. Una pila que debe estar llena de polvo, abandonada en un cajón, a punto de caducar y que por alguna razón que desconocemos, ya sea por falta de uso o porque ha caducado, los greasemonkey no la cambian ni pa dios. Ni que caigan chuzos de punta.

Sobre esta postura tengo una teoría. Si el greasemonkey, que tiene la obligación de cambiar la pila del mando a distancia del vehículo, hace lo mismo con la pila del marcapasos de sus padres, en menos de dos días se queda huérfano. Quizás es una teoría un poco forzada, pero no rocambolesca.

¡Ey, tú! Sí, tú, greasemonkey. Te reto a un juego. Agarra el cronómetro que usas para saber cuánto aguantas sin respirar debajo de las sábanas cuando te tiras un pedo. Actívalo. Ahora, agarra el mando a distancia, cuya pila no funciona desde hace, por lo menos, tres meses. ¿Hasta aquí, lo pillas? Vale. Sigamos. Elige un destornillador o un abre tapas o lo que te salga de los cojones. Sacas la tapa y cambias la pila gastada por una nueva. Cierras la tapa y si lleva tornillos, que no lo sé, los aprietas. ¿Me sigues o ya te has perdido? Te recomiendo que hagas una prueba para asegurar que todo está funcionando perfectamente. Detén el cronómetro. ¿Cuánto has tardado? ¿Un minuto? ¿Tal vez, dos?

Seguro que te sientes mejor por haber hecho la obra buena del día. Al menos yo sí lo estaría. Me sentiría afortunado de que hay personas al otro lado, en el mundo real que han dejado de cagarse en los greasemonkey.

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