Crees que lo tienes controlado, que cerraste una etapa con la venta del vehículo y cuando menos te lo esperas, ¡zasca!, te llega la factura de los peajes por los que ha pasado aquella moto que no tienes desde 2021.
Tu cara de asombro te delata una tarde de domingo mientras mirabas una película francesa.
¿Cuándo habré estado en Portugal? Te preguntas con esa mueca de idiota a cuerda.
Haces un poco de memoria y, de repente, una voz intempestiva sale de tu interior.
¡¡¡Nunca!!!
Entonces ¿qué haces? Lo primero es enviar un mensaje a la web a través de su
formulario. A ver cuánto tardan en responder.
Una semana es el tiempo que han tardado y encima te piden que verifiques que ya no dispones de la motocicleta.
¡Perdonaaa!
¿Desde cuándo un vehículo está vinculado directamente a un teletac?
Recuerdas haberlo usado con tu coche, con el de tu cuñado y, por supuesto, con tu exmoto, pero ¿a santo de qué pretenden cobrarte unos peajes así por las buenas? Y encima, sin haber salido de Catalunya en tres años.
No sabemos cómo acabará todo esto, pero pintan bastos. Tenemos la sensación que por tres miserables euros, nos perseguirán hasta el fin del mundo y, en estos momentos de nuestra vida, no estamos para sumar problemas si no para resolverlos.
El núcleo del problema puede parecer poco importante, por tres euros muchos no se matarían, pero a otros les puede ir la vida, todo depende, todo relativo.
Y relativo a esta parte del texto:¿Cuándo habré estado en Portugal? Te preguntas con esa mueca de idiota a cuerda, y concretamente a la expresión «a cuerda», me parece que evoca alguna cosa del pasado. No sé, igual son imaginaciones mías.