Para Lucas, el sábado, fue su última noche de trabajo, teniendo en cuenta que los domingos y fiestas de guardar descansa. Hoy, lunes, se había despertado con calma. Tenía tiempo para hacer un montón de cosas que durante el contrato no pudo realizar. Esta semana, la tenía llena de compromisos que ha ido retrasando los últimos meses.
A las 11 a.m. su jefe más inmediato le daba la noticia. Le comentó que se estaba valorando la posibilidad de que entrara en plantilla, pero no lo quería asegurar porque en esta empresa nunca se sabe nada hasta última hora.
—Te espero esta noche en el trabajo. Bienvenido al barco.
No. Lucas no trabaja en un barco. Desarrolla su actividad retributiva en una empresa de medio ambiente. El horario es exactamente el mismo que el de la semana anterior y la anterior y la anterior. Del fin de semana, solo trabajaba los sábados. Seguramente, el horario no cambiará.
No le ha dado tiempo de saborear algunos días de descanso. Levantarse sin prisas. Tomarse un café deleitando el sabor y el calor. Planeando qué hacer hacia el mediodía, si salir un rato en bici, ir a caminar por la montaña o darse un bañito en la playa. La tiene a menos de ocho minutos a pie. Seguramente, hasta que no baje más la temperatura, no saldrá con la bici, ya que requiere un sobre esfuerzo que, a estas horas, como que no apetece.
Por una parte, está muy contento. No tendrá que pensar de dónde sacar el dinero para pagar los recibos que, como todo hijo de vecino, se acumulan todos los meses. No tendrá que mirar con lupa la cuenta y eso que no es un derrochador, pero si no entra todos los meses una nómina o unos dineros, es mejor ir con pies de plomo.
Desde hoy lunes, 27 de junio de 2022, hasta ya se verá, tiene trabajo seguro. Con la que está cayendo, puede dar las gracias a los dioses del Olimpo. Al fin y al cabo, con LX años, ¿quién le iba a decir que tendría un futuro razonablemente relajado?