Han pasado más de treinta años desde la última clase de piano que tomó Lucas en el Taller de Músicos de Barcelona. Por aquél entonces, su profesor era Xavier Capellas, un pianista, muchísimo más joven que él. —La edad no importa. Se repetía constantemente Lucas. Pero sí que importa. Y mucho.
Treinta y cinco años después se dedicó, durante dos semanas, a investigar qué piano le iría mejor en la sala y no por una cuestión meramente decorativa. Por supuesto. La razón principal de su búsqueda tenía dos motivos fundamentales. Que se pudiera mover con facilidad y que ocupara poco espacio.
Jaime Altozano sería su profesor «particular». Clases online, como no podía ser de otra manera. Recuerda que estamos en la era virtual. Todo es virtual y si los avances van por ese camino, al final todo será virtual, incluso los orgasmos.
Una de las comerciales de Jaime, le recomendó dos modelos prácticamente iguales. Se decantó por el segundo ya que el espacio que ocuparía en la sala era mucho menor. El .
Consiguió sus dos objetivos. Es llevadero. Es lo que vulgarmente se denomina piano de bolos, pesa poco y no ocupa mucho espacio.
Anteriormente ya había comprado algún utensilio de música en la firma Thomann. Todo perfecto, como de costumbre si tratas con una empresa alemana. Piano de ochenta y ocho teclas contrapesadas, con no sé cuántos registros y voces que, de momento, no va a investigar. Suficiente trabajo tiene ahora para ponerse al día y desentumecer los dedos como para liarse a investigar para qué sirven tantos botones.
Me olvidaba de un detalle importante. Dispone de pedal digital. ¡Ostras, cómo ha cambiado el cuento!
Lucas se lo toma con calma. Alterna las clases de Jaime con el Ave Maria, de Bach. Ahí anda, tecleando y tecleando despacito, como si no hubiera un mañana. Tan despacio que más no se puede. Bien mirado no sé si teclea o aporrea. La suerte es que sus vecinos no se enteran de nada, ya que tuvo la brillante idea de comprar unos cascos para no joder al personal. Y ahí anda. Tocando a veces a la una de la mañana porque sigue con el sueño cambiado.
Esta tarde toca clases con Jaime y entre bloques de descanso agarra su Ave Maria para seguir avanzando. Le prometió a su sobrina que tocaría delante de ella en cuanto tuviese la pieza de Bach lo suficientemente controlada como para no pararse cada tres compases.
A las cuatro de la tarde empiezan las clases. Así que, en breve, empieza una sesión de ejercicios de dedos y muñecas para que no se carguen con posturas incómodas.
Cuando lo tenga todo más por la mano igual sube alguna grabación al blog. Ya veremos qué hará porque este hombre cambia de opinión con bastante frecuencia. Lo mismo le da por colgar la pieza como por cerrar el apartado audiolibro que abrió hace poco en su blog y que, por cierto, aún no ha inaugurado.
Estoy muy contenta de que vuelvas a tocar el piano ya que lo hacias muy bien antaño.
Meterte otra vez en ese mundo musical te va a aportar muchas alegrias
Que vagi molt be el piano!. No sé d’on treuràs tant de temps…