Toque de queda

No sabemos cuánto tiempo más tendremos que soportar el toque de queda. Ahora, con el cambio de hora, la oscuridad llega más rápido a nuestras vidas. Si a eso le sumamos que a las 22:00 h hemos de estar todos en casa, la sensación de tristeza crece aún más.

Vivo en un pueblo de cinco mil habitantes. La calle mayor o al menos, la que tiene más comercio, se deshumaniza a partir de las ocho de la tarde. Todo cerrado. Los dos bares y dos restaurantes que hay, permanecen cerrados desde el primer decreto. Un frankfurt ni siquiera ha abierto en todo el año.

El toque de queda nos queda a todos muy grande. Un toque que ha tocado de muerte a muchos comercios, grandes y pequeños. Algunos han optado por digitalizarse para seguir sobreviviendo en esta nueva era. Los que no se modernicen tenderán a desaparecer. Quedarán tocados para siempre.

Las quedadas que se hacían de noche en el bar de la estación han desaparecido con el toque de queda. Están tocadas por la tristeza. Al menos, el toque de queda no ha podido con el toque de las campanas de la iglesia. Cada 15 minutos nos avisan que seguimos vivos.

Ahora, los que quedan y no me refiero a los vivos, sino a los que se permiten el lujo de quedar, con las mascarillas en boca o a mano, tienen un look especial, que les da un toque diferente, en el toque de queda.

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