No hablo de esos armarios metálicos que llevan ruedas para facilitar su traslado por la oficina o la nave. En este caso, se trata de mi moto. Sí.
Mi moto hace de taquilla. De hecho, las maletas y próximamente, el cofre son mi único armario ropero. Así puedo guardar mi equipo mientras estoy en el curro nocturno.
Parece ser que están faltos de taquillas y me sugirieron que llevara siempre encima una maleta o mochila para guardar mis trastos.
Eso hago todas las noches cuando llego al aparcamiento de la empresa.
Cambio de aspecto en un abrir y cerrar de ojos. La chaqueta de cordura, los guantes de piel con protecciones, el pantalón corta vientos y el casco integral por el uniforme de trabajo, los guantes de …, la gorra y el calzado de seguridad.
Una vez que ya he acabado mi jornada laboral, que puede variar en función de lo que me cueste recogerlo todo, me dirijo a mi taquilla con ruedas y hago la operación de cambio de look a la inversa.
Lo guardo todo bien guardadito y hasta el próximo día.
Preparados, listos y… para casa.