Tan tranquilo

¡Qué bien estoy aquí, estirado, tan ricamente!

Hace tiempo descubrí este lugar por casualidad y ya no puedo vivir sin esconderme, por lo menos, dos o tres veces al día.

Estoy super a gusto en esta almohadilla.

¡Uy! ¿Qué es ese ruido que me ha perturbado?

Voy a bajar a investigar. No vaya a ser algo divertido y me lo pierda por vago.

No creo que se entere papá. Pasaré entre sus piernas sin hacer ruido. Total, creo que está escribiendo un relato.

¿Qué hago, me paro aquí mismo y me rasco o salgo a la terraza a ver qué pasa?

Me pica la barbilla. Me rasco y luego, si acaso, salgo a mirar. No tengo nada más que hacer en todo el día.

Por cierto, ahora no me acuerdo a qué salía a la terraza.

A ver… Ah, sí. Ya me acuerdo. Había oído un ruido extraño mientras estaba acurrucado en mi silla predilecta y quería ir a mirar qué pasaba.

Como buen gato que soy, en el fondo, ya no me interesa lo de antes. Ahora es ahora y he decidido ir a beber un poco de agua. Lástima que se rompió la fuente. Era divertido observar cómo el agua fluía como una fuente.

No te puedes fiar de los chinos. Las cosas baratas salen caras. ¡Jo, qué rollo!

Por cierto, hace rato que no veo a la Lila. Estará tomando el sol en la terraza. Mira que le encanta asarse. Las nenas, siempre tan presumidas con el bronceado. A mí, en cambio, me importa un pimiento si estoy blanco. Prefiero estar cómodo que achicharrado.

Lo que da ir a beber un poco de agua. Ya que estoy aquí comeré cuatro granos de pienso.

¡Va! Ahora toca molestar al papa. Voy a maullar un rato para que me haga caso. No hay manera de que levante la vista de su ordenador. Ya no juega conmigo como antes.

Venga. No le voy a echar toda la culpa. La verdad es que tampoco me apetece mucho correr de un lado al otro de la casa. Prefiero acurrucarme en mi almohadilla predilecta, esa que está más resguardada del paso hacia la cocina.

Lila, como sigas ahí afuera, se te van a asar las patas de atrás. Recuerda que hace poco tuviste una urticaria y oí a papá hablando con la veterinaria: —sobre todo, que no tome mucho el sol durante unos días… le pones esta pomada y estas gotas y ya verás…—

Pensé para mis bigotes: —la pomada y las gotas se las va a poner a su abuela, porque con lo que se escabulle la nena, lo tienes claro tío…

2 comentarios en “Tan tranquilo”

  1. Montserrat Aluart

    Que desconocidos son los gatos. Lo peor es que hay gente que no tiene ni el más mínimo interés, tienen sus teorías falsas al respecto. Ellos se lo pierden.

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