Siguiendo con la duda que le invade a Lucas, en relación al bocata vegetal, tampoco entiende por qué la servilleta que, supuestamente, es para limpiarse los morros cuando se le manchan de aceite del bueno, la coloquen debajo del bocata si, lo más lógico, teniendo en cuenta que los platos están limpios, deberían ponerla al lado y si mucho me apuras, encima. Si la dejan debajo, deja de ser útil y por ende, pierde la función para la que fue creada.
Una servilleta de celulosa o de papel tiene diversas funciones, pero en un establecimiento donde suministran bocadillos de toda índole, se supone que es para limpiarte las manos o los morros, incluso las gafas.
A veces, si vienes con mucha hambre de la calle, de hacer deporte o de currar y te ha parecido interesante comerte un bocata, al devorarlo, muerdes más fuerte de lo normal con la posibilidad de que esos dos o tres granos de tomate del bueno o ese pimiento al que no le acabaron de sacar el jugo que lleva en su interior, los pilles con los dientes de delante o en su defecto con alguna muela, según tengas la costumbre de comerte el bocata… Lucas los muerde de lado. Tiene esa manía, ya que sus muelas son demueladoras o demoledoras, aprovecha toda esa fuerza para triturar todo bocata que se le resista.
¿Qué pasa entonces con la función de la servilleta de celulosa? Que si está operativa, podrás limpiar el desaguisado. Si no lo está, ya sabes…
También sirve para sonarte los mocos. A veces, cuando estás en estado de trance al saborear un exquisito bocata, ¿no te ha pasado que segregas mocos? Yo los denomino los mocos de placer. Así que, levanto la mano y le pido al camarero que corre entre las mesas, esquivando respaldos de sillas y más de un codo, si me puede dar otra servilleta. Y ya, de paso, dos. Una para los morros y la otra para los mocos.
Recuerda que la primera de las tres, la que colocaron debajo del bocata no sirve.