«¿Cómo vincular a Gertrud, que nació en Berlín en 1945 con Bibiana, nacida en San Fernando en 1954? ¿Qué pasó para que Andreas se cruzara con Silvia o Gunther con Joan?»
«Con los años, había aprendido que no es oro todo lo que reluce. Era muy difícil de noquear en una conversación de altos vuelos. Estaba lo suficientemente preparada como para caer en alguna de las artimañas que urdían sus competidores».
«En la villa del siglo XVII, ubicada cerca de Vaud (Lausanne), vivía con su mujer y su hija, rodeados de naturaleza y de sus maravillosos perros Numa y Mil».
«Cuando se construyó el muro, Gert tenía dieciséis años. Era una adolescente rebelde, brillante y con una inteligencia muy por encima de la media».
«Los grupos que operaban en el lado oriental del muro, debían estar constantemente en alerta. En los contenidos de los mensajes que circulaban, estaba totalmente prohibido mencionar cualquier tema político».
«Parece ser que el destino está escrito desde que nacemos. Por más movimientos y cambios de dirección que hagamos en el camino, si en nuestras vidas ha de pasar alguna cosa importante, pasará».
«No tuvo la culpa de que sus padres se odiaran entre sí por haber arrastrado a Walda y Otto a la muerte».
Pequeños fragmentos del nuevo libro…
El título ya está registrado en SafeCreative. Seguramente, el libro se publicará a finales de año, pero nunca se sabe con las cosas del querer. Igual ocurre algún imprevisto y todo se va al garete (frase de David).
¿De qué va todo esto? La responsable de que me haya liado con esta nueva historia es mi querida sobrina. ¡Qué haría yo sin ella, sin su mirada, sin sus maravillosas palabras, sin su savoir faire! Ah, y sin sus extraordinarias ilustraciones; las que espero con ansias para que decoren esta nueva paranoia, llena de coincidencias un tanto surrealistas, pero con bastante acierto por mi parte. Ya que nadie me lo dice, me lo digo yo mismo. Soy un crack.
Por cierto, la otra noche estaba tan tranquilo pensando en mis cosas como siempre y escuché un crack. Miré a mi alrededor y no vi nada que pudiera preocuparme. No se me ocurrió mirar debajo del vehículo. ¡Hostia! Con la rueda trasera pisé un vaso de tubo, resultado de alguna pelea callejera, que se trituró con un crack del copón. Por suerte, no pasó nada y la rueda siguió intacta. Desperté de mi ensoñación, de golpe.
Ahora te dejo que he de poner los mejillones al vapor mientras sigo escribiendo. Si no pasa nada, nos vemos en breve. O «si més no», nos leemos.