Este viernes volverá todo a la rutina comarcal. No se podrá salir, otra vez, de nuestros límites territoriales. En semana santa han dejado a la gente que se moviese por cualquier punto de la autonomía, pero a partir de este viernes y hasta nuevo aviso, volveremos a la limitación.
Seguramente, mucha gente, necesitaba, después de tantos meses de confinamiento municipal y más tarde, comarcal, alejarse más de la cuenta de sus domicilios para hacer cosas diferentes. Para liberarse un poco de esos barrotes imaginarios que les ahogaban.
No todo el mundo pudo hacerlo. Sólo los más privilegiados. Los que tenían segundas residencias. los que habían contratado hoteles, apartamentos, salidas a la nieve, a la playa o simplemente los que deambulaban por las calles de cualquier ciudad de su autonomía.
Los hay que, debido a las restricciones tan severas que tenían en sus países, no sólo salieron del suyo sino que vinieron al nuestro para, no solo esparcirse, sino desparramarse.
Este próximo viernes volvemos a las restricciones, a los salvoconductos. Algunos, los más atrevidos, saldrán de su comunidad para ir a congresos o cursos que están a cuatro comunidades de distancia.
Otros, los compartidos, se saltarán su comarca para dejar a los crios con sus ex respectivos.
Para los casos de los saltadores de autonomías y los de comarcas, las «vacaciones» o la «fiesta» seguirá operativa porque nos les afecta el confinamiento. ¿Son más atrevidos? ¿Tienen más suerte? No tengo ni idea.
Yo, que prácticamente no me muevo ni siquiera por el municipio, no me preocupa lo más mínimo. Sigo en mi pequeño reducto de seis metros cuadrados y extensible a los setenta metros cuadrados que hace mi casa. Seguiré con mi «fiesta particular», a la que solo están invitados los portadores de la tarjeta VIPB, es decir, mis gatos y yo.