Saturado

¿Me lo estás diciendo en serio? ¿Es verdad que estás saturado?

Así se me quedó la boca al final de la conversación con Lucas, seca como un estropajo de esos que llevan tres meses olvidado en la repisa del lavadero.

Lucas, como muchos humanos, tiene amigos de hace poco, de hace más, de largo recorrido, como suele apuntar en alguna conversación.

Los de largo recorrido son aquellos que han traspasado el umbral de los cuarenta años de amistad. De esos hay pocos, pero ahí andan.

Amigos con los que se llama una vez cada tanto y que cuando lo hace parece que la última vez que hablaron fue ayer mismo o, si me apuras, la semana pasada.

Uno de ellos, en particular, tenía la necesidad (es mi opinión como psicólogo personal de Lucas), de llamarlo cada día, casi a la misma hora. Podían conversar largo y tendido durante mucho rato. Conversaciones importantes, banales, irrelevantes, chistosas, serias, cómicas, etc. Un poco de todo.

No le dio demasiada importancia hasta que un buen día se dio cuenta de que estaba saturado de tanta llamada.

No se lo quería decir directamente. No se atrevía. No quería herirlo. Estaba buscando en algún rincón de su mente qué diferencia hay entre sus otros amigos, muy buenos por cierto, y Tomás. Cada uno tiene su espacio, su ritmo.

Lucas lleva años pensando que todo tiene su momento y me lo dice él que es impulsivo e impaciente en alto grado, pero el muy cabrón tiene razón. Si insistes demasiado en algo es posible que se quiebre. Una pequeña fisura se puede convertir en una grieta.

El otro día me decía que necesita espacio, tiempo. Me recordaba a esas parejas que por circunstancias de la vida rompen y utilizan esa frase tan sobada de «necesito tiempo para pensar». ¿Para pensar qué?

Además de microscriptor, en mis ratos libres hago de psicólogo, terapeuta, masajista, escuchador. No me dan las horas para tantas actividades.

Lucas, en cambio, tiene más tiempo para hacer o deshacer.

Su amigo Tomás, el que le llamaba constantemente, se parece mucho a mí. Es infinitamente más escuchador que hablador. Y Lucas, la mayor parte del tiempo, por no estar callado, dice cualquier barbaridad. Parece que se justifique de sus palabras. ¿Justifique con su amigo? ¿Por qué? Con los otros no lo hace. Se llaman, se cuentan cosas y no pasa nada. En cambio, con este, parece que tenga que darle el parte diario de lo que ha hecho o dejado de hacer. No sé. Es un caso digno de estudio de drogodependencia. Lo de drogo no es por las drogas; Lucas y su amigo no son de ese tipo. Es una forma de expresar una dependencia extraña que no he sabido catalogar.

Supongo que Lucas necesita espacio, tiempo para valorar esa extraña sensación. Me dijo que jamás dejará de quererlo, pero por ahora no necesita tanto su llamada de las «X» de la tarde. No hace falta. Cuando llegue el momento, descolgará el móvil, marcará su número y si habla con él es muy probable que tenga la sensación de haber dialogado ayer mismo o, si me apuras, la semana pasada.

1 comentario en “Saturado”

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