¿Qué se puede hacer con dos trozos de salmón, sal, pimienta, una rama bien hermosa de romero y el jugo natural de seis naranjas? La respuesta es bastante obvia, ¿no? Pues, salmón al horno con salsa de naranja, al aroma de romero. Por diooosss, qué bueno.
Preparación (I): Es imprescindible que antes de liarse en la cocina con todos los utensilios e ingredientes que vas a necesitar, el mismo día o el anterior, si puedes, vayas a comprar el salmón a la pescadería de proximidad. Sin salmón, no hay nada que hacer. Te lo aseguro. Y por supuesto, sin naranjas, tampoco.
Es bastante recomendable tener una amiga a la que pedirás una fuente de cristal, especial para horno, en la que depositarás los trozos de salmón, salpimentados al gusto, cubrirlos con el jugo de las naranjas, si tú no dispones de una.
Al tener un horno que va con butano, no es necesario encenderlo antes para que coja temperatura. Cuando tengas el alimento preparado para meterlo, no necesitará demasiado tiempo para cocinarse.
Patatas fritas (chips) de bolsa, olivas gazpachas y con salsa mojo picón, dos cervezas, risas y buena charla será el único cronómetro que vas a necesitar para que no se te reseque el pez.
De acompañamiento, preparas una ensalada sencilla. Tampoco es cuestión, ahora, de atracarse como en otras ocasiones en las que has tenido visita.
Preparación (II): No acostumbras a utilizar mantel y te preguntas dónde lo metiste la última vez. De repente, te acuerdas. —No me cabe en la cabeza que lo guardara en la funda del saxofón. ¡En qué puñetas estaría pensando!
Intentas desarrugarlo y le pides a tu amiga que te ayude a despegar la mesa de la pared. Extiendes el mantel y te comenta que ella tiene uno, diría que casi igual. Y si no lo es, tampoco es importante.
Pones los utensilios en la mesa. Cubiertos, platos llanos (parece ser que son los únicos que tienes porque, desde que te conozco, no he visto en la despensa, más platos que esos). Sacas el vino blanco que compró ella antes de venir. En el centro de la mesa colocas un bol con la ensalada sencilla.
Ya os podéis sentar en las sillas con forma semicircular y degustar el salmón a la naranja o en salsa de naranja que, diez o quince minutos antes, habíais preparado con tanto esmero. ¡Ummm, qué rico está, por favor!
De postre, helados de la marca Häagen-Dazs con los que siempre vas a quedar como un campeón. Algunos fresones seguro que van a caer.
A media tarde, té Chai con jengibre, os sentará de perillas. Ya ha empezado a hacer frío y un té calentito es mano de santo. La digestión resultó ser bastante agradable.
¡Qué lejos quedan, aún, aquellas ingestas con carne, sopa, canelones y verduras que, en menos de treinta y cinco días, tendremos frente a los morros!
No sé si, llegado el caso, un té calentito Chay dará el mismo resultado o tendremos que tirar de desatascadores de mano o en su defecto, semiautomáticos.
Mucha imaginación, rapidez mental y lingüística… un genio 😉
Que ingenio para explicar una comida que podría pasar desapercibida (no por los ingredientes) sino por como nos lo haces llegar….
Acuérdate donde has guardado el mantel