Es curioso cómo funciona la resignación en un ser humano. No quiero parecer un cenizo, pero usarla como unidad de medida, me parece una idea bastante acertada para el experimento siguiente. ¿Puede la resignación medir el grado de satisfacción en el que se encuentra una persona que, de tener bastante, pase a tener menos? ¿Sería correcto usar grados, presiones o kilos… para medir la resignación? Podría plantear, por ejemplo, la siguiente situación. Imaginemos el caso de una persona, pongamos «A», que tiene un contrato de trabajo con una categoría de valor «3», teniendo en cuenta que «1» es la más baja, y «2», la mitad. Así que, sin ser un hacha, podemos deducir que la «3» es la mejor respecto a las anteriores.
Sigamos imaginando que «A» ha estado trabajando durante muchos años con la categoría «3». Como nota aclaratoria, se supone que antes pasó por la «1» y la «2» para alcanzar la «3» o el premio final. Eso significa que su poder adquisitivo es bastante potente, razonablemente interesante y, de cara a un futuro inmediato, una tranquilidad merecida.
En el mundo laboral, todo tiene un proceso evolutivo. Lo mismo pasa con la vida. Naces, creces, te reproduces (en teoría) y mueres. En el laboral, te aceptan, te esfuerzas, te valoran y llegado el momento, debes hacer las maletas para dejar paso a otros que, supuestamente, harán lo mismo que tú. En el punto en que te valoran, consigues esa categoría «3». En mi humilde opinión, diría que eso pasa porque confían en tu profesionalidad. Pero, ¿qué pasa cuando llega la hora de hacer las maletas y, de repente, te cambian esa categoría que te has ganado a pulso todos esos años? ¿Acaso cometiste un error fatal para saltar, de golpe, de la «3» a la «1»? ¿Es la norma del mundo laboral la que propone estos cambios repentinos o es más bien una política de empresa que opera de manera subyacente y te degrada hacia esos niveles de supervivencia que no te habías planteado en ningún momento de tu vida?
Todo por lo que has batallado, se desvanece en un suspiro. ¿Alguien, en su sano juicio, se ha parado a calibrar las unidades de presión que genera la resignación en un individuo? Estoy convencido de que los fabricantes de degradación, llegado el momento de hacer sus maletas, seguirán teniendo la misma categoría que el día anterior, para que su nueva etapa de vida no se acerque, ni de lejos, a los niveles de supervivencia con los que se va a encontrar más de una persona.