Un compañero de Lucas le mostraba, hace dos noches, el regalo que le había hecho por navidad su pareja. A la vez que emocionado (se le notaba en sus ojos), estaba un poco cabreado.
—Oye, ¿tú sabes cómo se pone esta correa que siempre se me sale? Le preguntó, así por las buenas.
¿Acaso Lucas tiene cara de saberlo todo? Parece que sí. Tiene respuestas para todo.
—Ostras, no lo sé. Le contestó con cara de asombro. —De hecho, no llevo reloj. Miro la hora en el móvil. Le dijo siguiendo con el tema de la correa.
Mientras le respondía eso, se sonrió porque sabía perfectamente de qué le estaba hablando.
Lucas es un tipo bastante desprendido y sin pensárselo dos veces, al día siguiente tomó el tren para ir al otro pueblo. Es más grande y, por ende, hay más comercios. Entró en aquella papelería donde tienen un montón de muestras para regalo.
Aprovechando que aún era pronto para volver a casa y que no había desayunado mucho, pensó para sí —me voy a regalar tiempo porque siempre voy de culo.
Entró en aquella cafetería que descubrió un día, al salir del hospital, y se zampó un bocata de jabugo, regado con una cervecita. Con eso y un café con hielo, se daba por satisfecho. A la vuelta, haría un poco de siesta para estar fresco, otra vez, a la hora de currar.
Llegó a casa a una hora prudente. Cortó el papel de regalo con dibujitos de la familia Adams, colocó la caja del reloj con todos los elementos y con mucho cuidado (es un poco desastre) preparó el paquete que le iba a obsequiar a Ismael en cuanto lo viera por el trabajo.
—Hola, Ismael. No te lo vas a creer. Resulta que estaba la mar de tranquilo, en casa, haciendo cosillas y, de pronto, escuché unos ruidos en la entrada. Bajé a mirar y no había nadie. ¡Qué extraño! Juraría que alguien o algo se movía por el recibidor. Al final pensé que serían imaginaciones mías. Últimamente oigo voces. ¿Será por la medicación que me recetaron en el hospital? A saber.
Lucas, con una sonrisa disimulada en su cara, le entregaba el paquete que había preparado para él.
—Esto parece ser que me lo han traído los reyes magos. No entiendo cómo han podido averiguar que necesitabas esto. La verdad.
—¿Es para mí? Le preguntó todo emocionado.
—En el paquete pone: entregar a Ismael, el alto del curro. Y tengo entendido que así te llaman, ¿no?
Ismael flipó en colores con el regalo. Lucas había decidido regalar tiempo.