No sabía que el presidente Kennedy nació el mismo año que mi padre. En 1917. JFK en mayo y mi padre en marzo. Pero él duró menos (1963). Mi padre hasta 1991 no decidió marcharse.
Somos cuatro. La mayor de mis hermanos nació en octubre de 1954. En enero de 1955, los reyes «magos» de Oriente de aquella época (ahora ya no sé de dónde vienen… es un lío), le trajeron un osito de peluche. Su Osito. Hasta la fecha de hoy, diciembre de 2020, Osito sigue formando parte de la vida de mi hermana. En invierno lo tapa con una mantita y en verano lo deja ligero de ropa para que no pase calor.
Osito ha superado en 57 años la vida del presidente Kennedy. No tengo la menor idea de por qué se me ha ocurrido comparar la vida de un ser humano con la de Osito. La verdad es que ayer, mientras comía en casa de mi hermana, se me ocurrió preguntarle desde cuándo tenía a Osito y me contó que, prácticamente, desde siempre.
No todos los ositos de peluche pueden decir (si pudieran hablar) que han formado parte de la historia y más aún, que han sido testigos del magnicidio de un presidente tan carismático como lo fue JFK.
Por desgracia, han matado a otros jefes de estado, pero la muerte de Kennedy quedará grabada en muchas mentes durante años. Y Osito seguirá mimado y custodiado por mi hermana todos los años de su vida.