Pues vaya con la valla. Al final nos hemos quedado sin la valla.
No se sabe si las han retirado los de la brigada del ayuntamiento o definitivamente las tiene en su casa un coleccionista de vallas.
Recuerdo que cuando vine a vivir al pueblo, la valla estaba casi entera hasta arriba.
A medida que iba pasando el tiempo, faltaba un tramo por aquí, otro por allá. Los motivos, no los sé, pero aparte de que quedaban bonitas, tenían su función de apoyo y seguridad.
Ahora no queda ni un trozo. No hay donde apoyarse. Vaya por diooosss.
Sabiendo que este camino, lleno de pinaza, resbala como un demonio, la valla iba muy bien para agarrarse en caso de desconectarse del suelo por los pies.
Yo la había hecho con lluvia, tanto de bajada como de subida y, la verdad, la valla te daba un punto de confianza que no estaba nada mal.
A partir de ahora tendremos que confiar en la suerte, el equilibrio de más de uno y rezar para que cuando estemos deambulando por la escalera, no le de por llover. Y lo digo sin ningún tipo de reparo, ya que más de uno tiene una edad y no está el horno para irse cayendo por ahí.
Y hablando de reparo, no creo que les costase mucho reparar la valla, porque vaya con la valla.