Preferentemente antes de…

En todos los envases de alimentación, industriales, de cosmética o de farmacia, está escrita, normalmente en un lugar visible, la frase Consumir preferentemente antes de… una fecha concreta.

Por ejemplo, en un paquete de lacitos de colores de pasta La Familia, si la fecha de caducidad del producto es abril de 2019, ¿cuál es el margen que te permite la marca para consumirlo con garantías, sin que después tengas alucinaciones y veas duendes donde no los hay?

¿Cómo se sabe si estarán buenos? ¿Cocinándolos?

Cuando compras pescado fresco, tienes un límite de dos/tres días antes de ver duendes colgados de la cortina del baño, pero ¿qué pasa con los yogures, leche, crema para la cara o toallitas de bebé? Incluso los condones tienen fecha de caducidad.

Entonces, ¿por qué deberíamos guardar en la despensa de la cocina, un paquete de macarrones que caducó allá por el año 2017 ?

Hay humanos que por pereza, por si acaso, por no bajar a la tienda de la esquina o vaya usted a saber, coleccionan productos cuya fecha de caducidad prescribió en el Pleistoceno y esos mismos humanos te dirían frases como: pues yo los uso y no me ha pasado nada. Quizás deberían añadir la coletilla de «hasta la fecha» o «tengo el estómago a prueba de bombas» o «tengo la piel, -si se trata de crema rejuvenecedora-, más curtida que la del Pirata Palo».

Por ejemplo, si usamos condones caducados, ¿qué probabilidad hay de que se auto destruyan antes, durante o justo cuando vas a retirarte? ¿Puedes contraer la triquinosis, la enfermedad de las vacas locas o pillar una bacteria de origen extraterrestre? Particularmente no he tenido la oportunidad de comprobarlo, aunque recuerdo muy vagamente que una vez tuve una mini relación con una humana y si no me fallan la memoria, estoy casi convencido de que era de Marte, como mínimo.

¿La gasolina caduca? ¿Y el Gas Propano? ¿Y la sal del Himalaya?

Un tornillo de la espoleta de estribor de la lanzadera espacial que se encuentra en la Guayana francesa, ¿también caduca? Si su fecha de construcción fue en marzo de 2015, ¿deberían retirarlo del mercado por demasiado uso o duran eternamente hasta que se parten en dos?

Soy un gran aficionado a los mejillones. Me gusta cocinarlos en salsa, con su sofrito, al vapor, con cerveza. Cocinarlos y después los dejo enfriar para tomarlos con vino blanco turbio, mayonesa o una salsa especial de mi cosecha que te pone los morros como Carmen de Mairena.

El último día que los hice fue al vapor. Tenía prisa. Entraba a trabajar a las 21 h y se me echaba el tiempo encima. Un poco de mayonesa de bote, una cerveza y cuando ya estaba acabando de comerlos, me vinieron dos pensamientos a la vez: ¿y si me sientan mal en el curro? No hay sitios abiertos para una urgencia. Y si el último, como pasa con los pimientos de Padrón que unos pican y otros non, está chungo, ¿veré duendes colgados de las cortinas?

Uno de los últimos mejillones estaba… cómo os lo diría… un poco muerto. Es lo que recuerdo antes del «casi desmayo». Por suerte, tengo el estómago a prueba de terremotos y entre el carbón activo, que siempre tengo en casa por si las moscas y Dafnis, el duende que vive colgado en la cortina del baño, que me reanimó, me pude despejar a tiempo antes de partir hacia el trabajo.

Cuando recuperé la consciencia del todo, se me ocurrió mirar si en la cáscara del mejillón había inscrita alguna fecha. No me lo podía creer. Justo en el punto que se engancha con la otra cáscara, y con una lupa muy potente que tengo, pude leer Consumir preferentemente antes de marzo de 2020.

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