¿Por qué los humanos se desprenden de tantas cosas sin ningún reparo? ¿Son conscientes de la cantidad de mierda que se recoge a diario? ¿Saben que, ni con mil vidas, nos podríamos deshacer de todo lo que se tira?
Cada noche, se recogen más de cien toneladas de residuos que, por otra parte, en algún lugar se han de depositar. ¡Has oído bien! Cada noche. Y eso en una población de tan solo 127 k. Para los menos informados, recordad que una k equivale a mil lo que sea. En este caso, 127.000 fabricantes de desperdicios.
¿Las «boutiques» se han parado a pensar, aunque sea por un instante, qué pasa con las perchas que dejan cada noche a la puerta de su negocio para que los Trash men se las lleven en el servicio de Puerta a puerta? ¿En algún momento se han puesto en la piel de esas perchas que abandonan, sin más allí, en el frío de la calle?
Cuando hace calor, también las abandonan, pero escribiendo «en el frío de la calle» da la sensación como de más abandono, si cabe.
Ahí las dejan, solas, descolgadas, desnudas, sin una prenda con qué cubrir sus flacos hombros. Perchas que, seguramente, habrían lucido sus mejores telas. Prendas de caída elegante. Esas perchas, si llegan a saber cuál era su destino, igual se lo habrían pensado dos veces antes de aceptar ser portadoras de ese pantalón, camisa o blusa de seda.
Nadie piensa en las perchas. Únicamente ellas que, apretadas en una bolsa amarilla, con el chip del ayuntamiento, esperan nerviosas la hora de la recogida. Serán lanzadas por una mano anónima, al camión. Ya no tendrán la oportunidad de descolgarse con otras perchas y entablar alguna conversación, tal vez un poco subida de tono.
Cada noche, miles de perchas se descuelgan de las barras de las boutiques y, como si se tratara de pañuelos de papel con mocos, son arrojadas al foso para ser recicladas, con suerte, en otras perchas o, en el peor de los casos, en un peine de los que llevaban los quinquis en el bolsillo trasero de sus pantalones de campana.
Esta noche, cuando pase por el boulevard de las boutiques, dedicaré un minuto de silencio por todas las perchas caídas en servicio.