Pensamientos de gato

Hagamos ver que soy uno de mis gatos. Puedo ser el nene o la nena según se me vayan ocurriendo los pensamientos.

Estoy enroscaden el cojín de la butaca de tu mamá. Se me antoja hincar las uñas un rato para demostrarte que estoy aquí, dando por el saco. Ya sé que te la hemos destrozado un poco, pero no será por mucho tiempo. Le oí hablar (maullar) el otro día a ella que, lo más tardar en un mes, la tendrás tapizada. Que sepas humano, que tenemos las uñas bien afiladas. Ahí lo dejo.

¡Mira tú! Estoy aquí, plantado frente a la puerta de la terraza, para que me la abras. Saldré a lo sumo un minuto, si llega, y volveré a entrar. ¿Cómo lo ves?

—Oye, preciosa, ¿te apetece correr un rato por la casa? Hacemos ver que te persigo y tú corres como una loca sin mirar con qué te vas a chocar. Es un juego divertido. Me gusta ver como el humano se levanta de golpe de su silla intentando poner un poco de orden.

Ella se acerca sigilosamente por la izquierda para decirle algo al oído. Desde la posición en la que me encuentro no puedo leerle los labios. No la entiendo. Pensarás que me he vuelto tarumba. Es posible.

—Pues sí. El otro día, sí hombre (-qué gracia, ¿no?, y más, viniendo de un gato), oí al humano hablar con el otro, el calvo, coño, que no te enteras de nada. Estaban hablando de tapizar la butaca de su madre y enseguida pensé que sería divertido hacerle una visita al mueble. Veo que hemos tenido la misma idea. Somos malismos. Suerte que el humano nos quiere de forma incondicional aunque le llenemos la casa de pelos.

Ahora te dejo inmerso en tus pensamientos. Yo voy a maullar un rato. Me apetece, ¿sabes? Así le despierto interés y sale a mi encuentro para ver qué me pasa y, la verdad, es que no me pasa nada. Solo es para tocarle los huevos.

Voy a salir un momento de mi despacho para ver qué están haciendo los dos peludos. Hace rato que no dicen ni pio y eso que no son pájaros. La nena está estirada en el reposabrazos del sofá de tres plazas que me regaló mi hermana y el nene, estirado en su lugar predilecto: una toalla hecha polvo, llena de pelos, pero con la suficiente calidad como para no abandonarla ni un segundo. Si lo hace, la nena se trasladará en cero coma a la toalla.

Ahora que están la mar de relajados voy a dejar el ordenata por hoy. He de estudiar unas piezas nuevas que me mandó estudiar mi profe de piano. Quedamos en otro momento.

1 comentario en “Pensamientos de gato”

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