Página 67

El filántropo recordaba con cariño las veces que Andréas le había hablado de su amiga, de las largas conversaciones que mantenían frente a una botella de tequila al volver de alguno de los peligrosos conflictos bélicos, de cuando jugaban en la calle, librando su propia guerra, con palos y piedras, con una bandera hecha de una camiseta rota, en el barrio de Friedrichshain, sabiendo que en cualquier momento les podía caer una bomba encima (los críos a esa edad no tenían consciencia alguna). De los momentos más dolorosos de su vida cuando murió su hermano en combate, de las pocas ganas que tenían sus padres de seguir luchando después de haber perdido a su hijo y a sus mejores amigos.

Tercer párrafo de la página 67 del libro «6 miradas en el tiempo»