Año nuevo, vida nueva

A siete días vista de que se acabe el año, muchos de los humanos que conozco ya están sacándole punta al lápiz para escribir, en la libreta de los deseos, todos los retos que se han propuesto cumplir el próximo 2024.

Este pensamiento me recuerda a un «#estoyalodijelañoanterior». Siempre andamos con los mismos auto sermones. «Haré esto y aquello; saldré a caminar «n» veces a la semana; me compraré una báscula para pesar los alimentos y así comer menos; con la bici estática, pedalearé cada día, hasta atravesar el salón; leeré un libro al mes, de manera que al finalizar el año habré leído un mínimo de doce». Y así, una lista de, al menos, treinta deseos.

Lucas se conformaría con poder subir a esquiar los jueves; tomarse un café con una muchacha friki que conoció hace poco y saber para cuántos meses le hacen el nuevo forfait. Aparte de eso, lo demás ya se verá. No le gusta programar con demasiado tiempo de antelación.

¿Cuántos proyectos nos proponemos comenzar al día siguiente? En cambio, no sé por qué razón, los dejamos para el siguiente del siguiente. Es decir, te propones que el primer día del año, festivo en casi todo el mundo, sacarás del cajón la lista de deseos y proyectos, pero una vocecita interior te susurra al oído la frase: venga, empieza mañana que hoy es fiesta.

Me apuesto un penique a que lo dejarás, como mínimo, para el tercer o cuarto día.

Biel, que no para de recibir felicitaciones por el libro que escribió con la inestimable ayuda de Elm y la colaboración de su ilustradora favorita, Gertrud, está pensando en enviar una copia del ejemplar a la productora de cine Ritosrumiantes and Co, a la espera de que le propongan hacer una película sobre 6meeT. ¡Pues no apunta alto el muchacho, que digamos!

A Oswaldo lo tenemos perdido en la ciudad del loro, recogiendo muestras del nuevo hallazgo que descubrió junto a su equipo durante las pasadas riadas. Oswa es un tipo muy risueño. Se ríe con mucha facilidad y se duerme enseguida bajo un techo o bajo cualquier pretexto.

Hablando de otro asunto. Hay una frase que me encanta de Clint Eastwood para mantenerse siempre joven, que consiste en no deja entrar al viejo. Lucas, en primer lugar, después Biel, Oswa, el joven Roboflecto, el último fichaje de este verano pasado y yo tenemos terminantemente prohibido dejar que entre. Si lo hiciera, estaríamos muertos en menos de lo que canta un colibrí, un avestruz o… ya ves tú.

Robo es un tipo bastante peculiar. Hay que darle de comer aparte, pero cuando le conoces, cambias de opinión. Directamente, no hay que darle de comer.

En la FDG intentaremos, por todos los medios, no contratar a nadie más porque ya va faltando sitio. La sala de reuniones cada vez se parece más al camarote de una noche en la ópera. El equipo de guionistas se merece más espacio. No puede ser que tengamos que sentarnos por turnos. Ya que a Santa Claus se la sudó, a ver si en reyes nos caen las putas sillas que pedimos hace dos años y que no hay manera de que lleguen. Esta es la última vez que les decimos a Gaspar y Baltasar que se pasen por Tradineur.

Ahora debo dejarte. Me ha llamado a cobro revertido Oswa bastante atribulado. Ayer le picó un redbel y no sabe cómo se activa el protocolo de aislamiento.

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