Volver a la normalidad

Cada año pasa lo mismo.

Más o menos, entre el día de la lotería de Navidad y pasados reyes, en casi todas las casas se alteran las costumbres, los horarios, las visitas, los ahorros, las prisas, etc.

El día de la lotería, a muchos humanos les daba por llevar pegado a la oreja el transistor (¡ostras, qué tiempos aquellos en los que el transistor o la radio a pilas formaba parte de nuestro atuendo!).

Pasa el tiempo y no creo que tengamos la suerte de cruzarnos con un humano que lo lleve pegado a la oreja. El móvil ha desplazado para los restos estas fantásticas tradiciones.

«El primer premio de la lotería de Navidad ha caído íntegramente en Salvatierra de los Hernaldos». Vamos, que ha tocado en un pueblo que está a tomar por saco de cualquier lugar habitado».

Toda la pasta que habías invertido, se esfuma en un santiamén. Te consuelas porque después vendrá la del Niño y ya te has gastado el aguinaldo. Esperas a que te toque. Tienes ganas de jubilarte o pagar de una vez la hipoteca, pero hasta el 6 de enero no podrás saberlo.

Nochebuena, Navidad… en algunas regiones también se celebra Sant Esteve. Cenas, comidas copiosas, más comida. El Almax o la sal de fruta Eno son dos ingredientes indispensables en cualquier mesa que se precie. Los más atrevidos tiran de aguardiente. Dicen que el orujo blanco o el de hierbas te cuece la comida y la envía a las minas de Mordor, para ser evacuada en carromatos cargados hasta arriba.

Cuando te sientes saturado por haber ingerido más alimentos de la cuenta y tienes la necesidad de gomitar (como decía mi sobrino), hay una pócima horrorosa, de sabor más que amargo que es mano de santo. Te lo tomas, no sin antes taparte la nariz, y en poco menos de diez minutos, te ha dejado el cuerpo en perfectas condiciones para el próximo combate. Se trata de un licor de alcachofa que se llama Fernet-Branca. Hace mil años lo probé en una coctelería porque me encontraba peor que mal. La dueña del establecimiento me dijo: —ni te lo pienses, ni lo huelas; te lo tragas y punto. Me lo agradecerás antes de diez minutos—. Y así fue.

En Catalunya, entre el día de Sant Esteve y fin de año, procuras ingerir toda la verdura que encuentras en la nevera para preparar, otra vez, al pobre estómago. En fin de año, se supone que hemos de comer poco. Se ha de reservar un pequeño espacio para que entren las doce uvas (en otros lugares ingieren olivas, cacahuetes, pistachos o vaya usted a saber).

Sé de humanos que se han atragantado con las uvas con el triste resultado de salir pitando de casa para ir a urgencias.

—¿Qué le ha pasado a su pariente?
—Se ha atragantado con tres uvas y ha empezado a ponerse azul.
—Vamos a practicarle una limpieza de estómago porque parece ser que el problema reside en la gran cantidad de alimentos que lleva metiéndose en el buche. Que abra la boca y se lo trague sin pensarlo.

Volvemos a casa, con el pariente vivo. No está el patio para bromas pesadas.

Mañana es año nuevo y vamos a comer a casa de la tía Engracia. ¡Cómo cocina la jodida!

Si no tenías bastante con las neulas (barquillos), turrones, frutos secos y los diez kilos de mandarinas, que te trincas después de las copiosas ingestas, acuérdate de reservar espacio para el roscón de reyes, que te lo comes aunque no tengas ni pizca de hambre. La cuestión es cumplir con las tradiciones.

Comida de inauguración del año nuevo, sopas, ensaladillas rusas, canelones, marisco, asados, paellas, etc., para gustos no hay disputas y después de la fruta, el puto roscón.

Cabe la posibilidad de que vuelvas al hospital por la misma dolencia. Cuando te reconozca el médico de urgencia, sin mediar palabra, hará un gesto tan habitual como tradicional: —veo que no aprendemos, ¿cierto? Y esta frase tan significativa se narra sin decir ni una sola palabra. Solo con el gesto de llevarse las manos a la cabeza.

Hemos traspasado la frontera de la saciedad a la pesadez. Hoy toca comida ligera. Un poco de sopa de arroz para los más atrevidos, ensalada o tal vez, los restos de todo lo que quedó aparcado en el congelador. Mejor acabártelo antes de las fiestas del año que viene.

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