En verano, el índice de abandono de perros y gatos, es el más alto del año.
¿Por qué en esa época?
En verano, la gente que no tiene corazón, cuando se quiere ir de vacaciones, aprovecha cualquier excusa para abandonar a su mascota, sin ningún tipo de escrúpulo.
El universo no se olvida de los malos hábitos.
Algún día, estos seres abyectos también recibirán su premio con la misma moneda.
Serán abandonados como esa maleta vieja que nadie quiere.
El 21 de febrero de este año, algún «ser humano» abandonó a su ser más querido, por encima de la primera planta de nuestra resplandeciente escalera.
¡Wala, y no era verano!
Hoy, otra mano negra, de esas que aparecen y desaparecen entre las sombras, ha vuelto a abandonar a su ser más querido. Ese ser que nos acompaña, como mínimo, una pequeña parte de nuestra vida.
En este caso, no se trata de un perro o un gato, ni siquiera de un hámster.
Esta, como la vez anterior, vuelve a ser una bolsa de basura. Esos desperdicios que nadie quiere conservar más de tres días en su casa y que abandona como la maleta del aeropuerto, sin personarse a la oficina de Información para preguntar si alguien la ha visto.
Esa que, de repente, se ha quedado sin un dueño que la mime, que la acompañe hasta la calle, para darle un último adiós.
Los amantes de sus cosas, son capaces de acompañar a sus mascotas inertes hasta el mismo cementerio del barrio. Ese lugar tapiado, de espaldas a nuestros ojos, pero que igualmente forma parte de todos nosotros.
Algún día, cuando le llegue la hora, igual lo abandonan en el tercer escalón de una escalera anónima.