Un tipo que conozco quería hacer una prueba para comprobar si era verdad que, después de la extirpación de la próstata, podía perder la sensibilidad… Tú ya me entiendes, ¿no?
Pues sí. Lo ha comprobado y nada de nada.
Es como si estuviera muerta.
Cabía la posibilidad de que esto ocurriera y, al menos en este momento del partido, ha ocurrido.
Le comenté hace unos días que esta situación no es definitiva. Parece ser que con el tiempo, bastante tiempo, todo vuelve a la normalidad.
Qué gracia me hace esta frase de «a la normalidad».
Tendrá que esperar unos meses para descubrir que hubo un antes y un después o tal vez no sea tan desagradable.
Existen otros métodos que permiten resucitarla, pero creo que ni es el momento de pensar en ello, ni tan siquiera debería perder el tiempo en hacer conjeturas. ¿Para qué, para ponerse de mal humor? No vale la pena.
De momento, todo debe llevarse de la mejor manera, con calma, tranquilidad de espíritu y buenos alimentos. Ya aparecerán otros problemas y otras historias y hasta que eso no pase, no debería preocuparse por nada más que por fortalecerse por dentro y por fuera.
Así se lo dije y espero que me haga caso por su bien. Si no lo hace, peor para él.
El sexo es como un quesito del Trivial, una parte de la vida, no toda.
En la vida siempre nos falta algo, pero dicen que hay que valorar lo que tenemos y no lo que nos falta.
Lo mejor es estar vivo. Tener paz y no vivir en guerra, aunque en mi modesta opinión ya llegará aquí.
Es el efecto mariposa.