Quizás he apurado demasiado.
Aún tenía mañana para acabar de pulirme lo que quedaba en la nevera. Pero, ¿qué podía hacer con un bote de mayonesa casi vacío, otro de guindillas de las que pican, un pack de pavo, una lata de piña natural, tres huevos, un limón y un trocito de queso de Mercadal?
Aún así, acostumbro a tener alternativas.
Spaguetti con salsa de tomate de tetra-brik o en su defecto, un sofrito de cebolla de Figueras y dos bichos de los de Carmen de Mairena.
Arroz con una lata de atún, en plan ensalada de verano.
Agua fría, muy fría.
Desde que he descubierto que la jarra Britta me cabe en la nevera, tengo agua fría. Mmmm! qué buena…
Eso sí, ni una miserable lata de cerveza.
¿Podría hacerme una ensalada sin lechuga, sólo con atún y tres olivas negras de Aragón?
Más bien, no. ¡Qué aburrido!
Ayer, a las 23:55, se me ocurrió consultar la web del Sorli-Clik. Una opción interesante sabiendo que no puedo salir de casa en diez días.
Sí.
Habéis acertado.
Estoy confitado por un tercero, pero, más vale prevenir que curar.
Eso dicen.
Total, que hasta el jueves de la semana que viene no puedo mezclarme con otros seres humanos.
Sobre todo con una ser humana… Una que baila…
Ya me gustaría, pero es mejor que no.
Hice mi pedido con cautela por dos motivos. Uno, porque era muy tarde y tenía sueño y el otro motivo, porque comprar sin ver los productos es un poco arriesgado.
Hora de entrega… Mmmm! Tal vez, la segunda franja.
Sí.
Me va bien.
Entre las 11:00 y las 13:00.
A las 11:15 han picado al timbre del portero automático.
¡Qué puntualidad!
Tres o cuatro minutos en la puerta, esperando.
La mascarilla puesta.
Ha subido el muchacho con todos los bártulos.
Me dice: —ahora subo…
Otros cuatro o cinco minutos más en la puerta, esperando.
Y no ha subido.
Me ha extrañado bastante. Le tenía preparados tres euros de propi.
Bote.
He recogido la compra y he metido las cosas que tocaban de nevera y me he emocionado un montón.
Para muestra, un botón.
