Desde la radio a pilas que utilizaba tu padre para escuchar el futbol, los domingos por la tarde, en su flamante Seat 850 Sport, hasta la música de tu móvil conectado por Bluetooth al equipo de audio del auto, han pasado algunos años.
Uno de los requisitos que buscaba la mayoría de conductores era que el automóvil tuviese aparato de radio fijo. Era todo un lujo. Y ya no te cuento si además, iba provisto de radiocasete (este invento llegaría en los años sesenta).
Más tarde, los tracks o receptáculos para más de un cassette era el no va más…
Ese mismo artilugio se repitió con los CDs.
Seguro que te acuerdas de los famosos radiocasetes extraíbles que pesaban un huevo; aquellos que con tanto disimulo, más de un conductor, después de estacionar su coche, escondía debajo del asiento con displicencia, con cierto gesto de desagrado, como quien no quiere la cosa.
La mayoría de veces, ese ritual se ejecutaba en tres movimientos característicos: extracción del radiocasete, normalmente con la mano derecha; deslizarlo debajo del asiento, a esa zona oscura que se encontraba entre su culo y la plancha del coche y el más fascinante de todos: mirar a ambos lados y al frente, por si alguien le estaba vigilando.
Si tenía suerte, al día siguiente, lo encontraría en el mismo lugar. Si no era uno de los afortunados, entonces, la mitad de los cristales de la ventanilla estarían encima del asiento y la otra mitad en la acera.
El radiocasete habría volado.
Pasaron los años y la tecnología evolucionó como era de esperar. Podías llevarte el frontal del aparato y guardarlo en el bolsillo de la chaqueta. Algunos extraíbles disponían de un código secreto. ¡Wala!
Pasamos del radio cassette al lector de CDs. Seguimos avanzando.
Llegamos a la Era del conector USB.
Necesitarías diez vidas para escuchar toda la música que cabe en un pincho de esos. ¡¡¡Qué falera con bajarte miles de canciones si no tienes tiempo vital para escucharlas!!! A los humanos les encanta coleccionar cosas.
El mejor invento de todos, sin duda alguna, es escuchar tu música favorita utilizando dos aparatos: tu móvil y el equipo de audio de tu vehículo o los altavoces bluetooth (los que tengan). No se ve; no se nota. Bueno. Depende.
Vas por la calle tan feliz, de paseo, contemplando el paisaje, con la mente distraída y de repente, escuchas un ruido bastante molesto (al menos para mis oídos). Te giras y silenciosamente piensas: —seguro que son jóvenes con el altavoz metido en la mochila y esa «música» de moda.
Pues sí. Has acertado. Reggaeton (según la RAE), volumen alto, sonando por ese altavoz escondido en cualquier parte.
Lástima que no exista (que yo sepa) un inhibidor de Bluetooth para estos casos.