Entre estas dos fotografías sólo han pasado 43 años. ¿Qué son estos años comparados con los que vive un elefante? Seguramente, una risa. ¿Y si lo comparamos con la vida de los humanos? Entonces, media vida.
Aunque hubo un paréntesis de desconexión, la amistad ha existido siempre. Ha estado presente en nuestros corazones.
43 Años de vivencias, de alegrías y lágrimas, de risas y emociones compartidas.
La mirada es la esencia del ser. La forma de mirar permanece intacta en el tiempo. Aunque entre ambas fotos hay un salto de 43 años, los ojos que miran ven igual.
¿Y qué decir de la piel? Sin ánimo de desmerecer a la vejez, me atrevería a decir que es la misma. Quizás asome alguna tímida arruga en el rostro, pero los dos hicimos un pacto con el diablo para permanecer siempre frescos de piel y de mirada limpia y fresca.
1976 – 2020, tan solo un instante…