Xavier Anguera, microscriptor
Si buscas en Google la palabra evadir, te muestra cuatro posibilidades que no tienen nada que ver con la filosofía de esta web. En la primera definición dice que evadir significa evitar con habilidad y astucia una dificultad, un compromiso o un peligro. En la segunda te dice que evadir significa sacar ilegalmente del país dinero u otros bienes.
No escribiré la tercera ni la cuarta porque se alejan aún más de la filosofía de mi blog.
Entonces, ¿cuál es la intención de evadir.me? ¿De qué va todo esto? Es muy fácil de entender.
Mientras escribo anécdotas, emociones, pensamientos, críticas o cualquier historia que se pueda expresar con palabras, me evado. Mi mente y mi espíritu alcanzan el FLOW, es decir, ese punto en el que todo está en equilibrio. La conexión con lo más profundo se activa y todo lo superficial se minimiza.
Cuando me conecto con una historia, el resto del mundo desaparece. Tiendo a evadir.me
Pero debe haber un inicio, ¿no?
Aunque siempre me ha gustado contar historias, el 14 de marzo de 2020, activé otra vez la costumbre de escribir casi a diario.
Aprovechando que pusieron el freno de mano y se paralizó el mundo, me puse en marcha. Otros países ya se habían adelantado al frenazo, pero para variar, en España, se lo tomaron con calma y decretaron el confinamiento domiciliario justo ese día.
Encerrado en casa, tenía tres opciones: pintar las paredes. Ya les tocaba un repaso. Escribir o comerme las uñas. Lo primero que decidí fue lo segundo. Siempre me ha gustado escribir.
Gracias a no decantarme por las uñas, mis digestiones son mucho más livianas. Y lo de pintar se me pasó enseguida.
Y mientras se secaba la tinta del dibujo que le había encargado a mi sobrina, para usarlo en un póster que tenía entre manos, justo en ese preciso instante, pensé que sería hora de recuperar la habilidad que siempre me ha caracterizado: escribir anécdotas e historias de lo cotidiano.
Todos los días un escrito, por lo menos
A partir de ese día, sin quererlo, me convertí en una especie de escriba. Sin pertenecer a ningún monasterio, me encomendé a San Uni-Ball y ahí arrancó, por segunda vez en mi vida, la vocación de «aprendiz» de escritor.
A menudo, subía un relato corto que iba a parar a mi primer blog, www.moltaserenitat.cat, en Tumblr y que no duró más de 5 meses.
Un día de finales de agosto, di de alta el segundo blog: www.robar.me. El título me pareció un poco extraño, pero me gustan las cosas raras. El ritmo de escritura bajó un poquito, pero no me preocupó lo más mínimo. Esta bajada coincidió con el inicio de dos cursos que empecé con mucha fuerza y que pronosticaban cambios importantes.
Una vez cerrado el segundo blog y acoplándome a los horarios del mega curso, decidí activar el tercero (evadir.me) que se ha convertido, con el tiempo, en mi laboratorio de experimentos.
Evadir.me, tiene tres funciones principales: es mi válvula de escape en la que procuro subir un relato corto dos o tres veces por semana. Es mi laboratorio de experimentos y también pretende ser mi porfolio o portafolio (no he sabido nunca cómo se escribe). Aunque este apartado es como la idea de pintar el piso. Ahí está.
Wow!!! No soy famoso y ya tengo algunos seguidores
Aunque sea poco a poco, tengo algunos lectores habituales que, de una forma simpática y sin coaccionarlos de ninguna manera (lo juro), me han dedicado algunas líneas para que las suba a este apartado de lectores agradecidos.
El que escribe en el libro de bitácora
Me había olvidado un detalle sin importancia. Creo que no me he presentado. Verás: me llaman Xavier. Soy diseñador gráfico de profesión desde 1994, microscriptor (palabra inventada por una servidora) desde 2006 y con una base más sólida desde 2020. Colegiado con el número 051, del Col·legi Oficial de Disseny Gràfic de Catalunya.
Sí. Soy catalán. ¡¡Qué le vamos a hacer!!
También soy masajista, fotógrafo, tocador (de piano), esquiador, animalista y… gastador de gasolina (moto).
Para diversificar esfuerzos y conocimientos, en 2016 me puse a estudiar terapias. Quería contemplar el mundo desde una visión más holística. Y eso que el diseño está mucho más cerca del arte que de la ciencia, pero la Reflexología, el masaje californiano y los puntos gatillo, me abrieron un mundo nuevo para explorar.
¿Dónde he metido la nariz?
Parece el título de una película de Almodóvar o Woody Allen y sin embargo es la forma más gráfica que tengo para describir, de una forma simpática, todos los líos en los que me he metido de un tiempo a esta parte. Y que conste que en la nariz no me he metido nada, ni siquiera el dedo.
La culpa no es del confinamiento
¿En qué tipo de líos me he metido?
LÍO = CURSO
Dieciocho cursos en línea. 18. Y uno presencial. 19. Por dios. Tendría que haberme decidido por uno solo o como máximo tres. Empezarlo y acabarlo. Ahora tengo unos cuantos frentes abiertos y la frente abierta de los golpes que me he dado en la pared. Sobre todo después de haber visto esta semana algunos reportajes.
Si no hubiera dilapidado la pasta en estos 19 cursos, seguramente ahora tendría moto nueva o al menos, la mía en condiciones más óptimas. Es mi único vehículo y necesita, con urgencia, una buena puesta a punto.
Al final, por suerte, no me he apuntado al curso que creía más importante. El que pensaba que sería la bomba, pero he descubierto que de bomba nada. Más bien es una tifa como la torre del campanario.
¡Cómo echo de menos los consejos de mi madre!