Microplásticos de sobremesa

En la sobremesa de este domingo pasado, un grupo de voluntarios, capitaneados por Jose Anibal, compartimos una sesión de flexiones y reflexiones en la playa de Sant Pol de Mar. Flexiones porque nos pasamos más de dos horas recogiendo microplásticos. De pie, de rodillas, de pie, en cuclillas, estirados, de pie… Y reflexiones porque son las que, en particular, cada uno se planteaba, mientras se recogían esos inacabables trocitos de dolor y pena que poco a poco, están acabando con nuestro ecosistema.

Estos micros llegan a nuestro dolorido Mediterráneo de formas diferentes. Por causa de un temporal, como el Gloria o la Filomena, siguiendo el cauce de las también maltrechas rieras de nuestras costas, porque hay «gente» que debe tener el baño de su casa sucio y por eso no les importa que nuestros baños de sol y playa estén sucios también.

A la playa llegan, en estampida, artefactos, utensilios, porexpan, cocinas, bombonas, parasoles y muchos, muchísimos trozos de plásticos que, en cuanto se entremezclan con la arena, si no hay voluntarios para recogerlos, podrían permanecer miles de años en la playa y no precisamente para tomar el sol.

Este domingo fue en la playa. Otro día será en la montaña que, desgraciadamente, cada vez que subo, me encuentro bastantes artefactos, utensilios y broza que, en este caso, no se le puede echar la culpa a Gloria o a Filomena. Me atrevería a decir que por aquí también habrán pasado los que tienen el baño sucio en su casa.

El domingo 17 de enero un grupo de voluntarios recogimos basura en la playa de Sant Pol de Mar, capitaneados por Jose Anibal

Aprovechando este texto, quería recordar que entre octubre del 19 y marzo del 20, estuve trabajando en FCC, en Mataró. Mi tarea consistía en limpiar, con una karcher* profesional, todos los contenedores que tenía en mi ruta por la población.

¡Qué asco! Qué guarros que estaban. Suerte que no soy nada excrupuloso porque sino hubiese durado dos días en este trabajo.

La semana del inicio del confinamiento, del 23 al 28 de marzo, cambiaron las tareas por una cuestión de salubridad. Únicamente recogíamos basura. Creí que si la gente estaba encerrada en su casa, habría menos mierda, pero no. Había mucha más.

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