Domingo.
—Bajaré un momento al súper a comprar dos cosas.
Acuérdate de coger la mascarilla, que igual no te dejan entrar.
Mascarilla y gafas no son una buena combinación.
Nunca me acuerdo de poner los ganchos en las patillas de las gafas.
Ya he llegado.
—Que no me olvide la comida de los gatos.
Ese era el motivo principal por el que has bajado a comprar.
Ya que estás, metes en el carro, leche, magdalenas, espárragos trigueros, una cajita de tomates mini. Nata para cocinar y queso Roquefort. La idea era hacer macarrones a la piestrachinni.
El no llevar las gafas colocadas donde se debe y no como si fuesen una peineta, hace que la lectura del ticket pueda generar malas interpretaciones.
He cogido, de la sección de verduras, espárragos trigueros. La lectura, a primera vista (es una forma de hablar) me ha sorprendido: autopsia a Salaverry. He pensado ¿qué tendrán que ver unos espárragos con una autopsia?
Hace muchos años, volviendo de Barcelona a casa, me pareció leer en un cartel de la carretera: Don Pedro.
Por aquel entonces, aún no se había puesto de moda dejar flores en el lugar de un accidente.
Me dijeron unos vecinos del pueblo que justo allí, tres días antes, hubo un accidente muy bestia.
Pensé: —¡mira qué detalle! Han puesto el nombre del pobre. Aunque, ¿por qué no pusieron el nombre del otro conductor?
Se lo comenté a mi pareja.
Me dijo: —seguro que no llevabas las gafas puestas, ¿verdad?
Pues no.
En el letrero ponía: Ponle freno.
Así que en el ticket de los espárragos de hoy, ponía: Autopista a Salaverry.
Me había parecido de lo más surrealista, pero después he pensado que, a veces, para vender, los publicistas hacen cualquier cosa.
No era el caso.
Sin gafas, la lectura de cerca se me hace un tanto engorrosa.
Si otro día leo en el ticket que las magdalenas son de la mina blanda, en cuanto me coloque las gafas, seguro que pone: de láminas blancas.