¿A qué hora me han dicho?

Cuando hacemos la compra de un electrodoméstico que nos han de traer porque en nuestro vehículo no cabrá ni por casualidad, corremos el riesgo de perder toda la mañana haciendo guardia en casa o en las cercanías, con el móvil cargado a tope, por si llaman y nos dicen ahora mismo venimos…

Ese ahora mismo venimos es el equivalente a vendremos cuando nos vaya bien o cuando queramos, incluso cabría la posibilidad de que no puedan venir y se les haya pasado por alto el insignificante detalle de llamar para decirte que hoy no podremos pasar.

Te has organizado para desactivar todas las citas que tenías programadas en la agenda. Aunque es final de semana, sigues teniendo bastantes temas abiertos, pero al estar sola, has de sacrificar el viernes para esperar a que te traigan el maldito aparato.

El día anterior llamaste para recordar la entrega porque no las tenías todas y curiosamente hoy, a estas horas, aún no sabes nada de nada.

La horquilla que te proporcionaron era de 9:00 h a 14:00 h. Un abanico muy amplio. Demasiado.

En este momento, son las 13:54 h y sigues sin tener noticias del transportista. Ni del transporte, ni del lavavajillas. Algo parecido le ocurrió a Eduardo Mendoza en su libro Sin noticias de Gurb. Es una comparación tan surrealista como la historia de este libro, pero así me ha venido a la cabeza. Por cierto, es un libro muy recomendable para los raros como yo.

¿Seguro que no dijeron el viernes de la otra semana, la que viene? Porque esta, ya te digo que dudo mucho que vengan, a no ser que aparezcan justo a las 14:00 h que también forma parte de la horquilla.

Pensarás: —para horquilla, la del moño. Que es justo hasta donde estás en este momento. Como si te viera por un agujero… El del moño…

Sempre te quedará el estropajo y la palangana.

A las 15:15 se presentaron… Por diossss

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