Prácticamente, el 95 % de las personas tenemos problemas y si no los tenemos, los creamos. Los problemas, por costumbre, tienen diferentes tamaños. Los hay pequeños, medianos, grandes y super problemas.
Depende de la dimensión que le demos, un problemilla de nada se puede convertir en un problemón. Y a veces, lo que nos parece un super problema, en realidad, no es ni problemilla.
Esta mañana, después de desayunar con mi familia, nos hemos ido a digerir los bocatas por la montaña. Un paseo por el bosque siempre mola y si es en buena compañía, mola más.
Estaba, como siempre, inmerso en mis pensamientos y de repente ha sonado el móvil. Miro e intento visualizar (porque había mucha luz y no se veía una mierda) quién osaba perturbar mi momento de desconecte. —Ah! Sí. El que me alquila la plaza de parking.
Desde que tengo moto, he procurado guardarla siempre en un parking porque soy de los que piensa que sale mas a cuenta el alquiler, que comprar la pieza sustraída por un corazón oscuro, esa clase de personaje que le gusta las cosas ajenas.
Me ha hecho bajar de golpe a tierra. Me ha comunicado que, a finales de abril, ya no me podrá alquilar la plaza porque se ha comprado una mega-burra-scooter-con-las-puertas-abiertas y no caben las dos en la plaza.
De repente, me ha inundado una sensación de abandono, al pensar que mi único medio de transporte se iba a la calle, a la intemperie. Con los peligros que acechan en las sombras…
He sobre dimensionado un problema no muy grande (donde vivo y más, en la zona en la que estoy, hay ocho plazas de calle, contadas y siempre están ocupadas), para convertirlo en un mega problema.
Evidentemente, esa sensación, me ha durado dos segundos porque, por un mandato del universo, he tenido que leer que los desgraciados del banco de Sabadell vendían a un fondo buitre un bloque de pisos y los inquilinos tenían pocos días para abandonar sus casas. Eso sí que es un mega problema. Lo mío es una absoluta nimiedad.
No puedo pretender que, quedarme sin plaza de parking, se convierta en un problemón, simplemente porque me ha desmontado mi bienestar y ahora tenga que buscar alternativas. Lo mío no se considera, ni siquiera, problema pero veo que tenemos la costumbre de amplificar las situaciones mas ínfimas.
Como decía hace mucho tiempo un compañero de trabajo: no busquemos problemas, encontremos soluciones.