Idiotas del futuro

El ejemplo clarísimo de que se están criando idiotas del futuro, lo tenía Lucas esta mañana enfrente de sus narices. A las 11:45 h subía al tren para encontrarse con dos componentes del grupo The Pekuliars. Habían quedado en Caldetes a las 12:00 para pasar el día juntos.

Como estaba diciendo, enfrente de sus narices en el vagón, había una jovencísima madre, diría que no llegaba a los 20 años y a su lado, el cochecito con la cría que, según nuestros cálculos, no tendría ni dos años. Tampoco me hagas mucho caso porque en lo que se refiere a calcular la edad de alguien, somos un poco patéticos, pero tres años no los tenía seguro.

El cochecito iba provisto de un parasol -la capota- que estaba extendido, de manera que a la cría, a excepción de dos veces, no se le veía de cuello para arriba. Era como si estuviera escondida en una madriguera porque no entraba mucha luz. La única iluminación que se desprendía en el interior de esa cueva era el reflejo del móvil.

Lo único que se veía con claridad eran sus manitas que agarraban con fuerza un smartphone en el que, por lo que se oía, estaría viendo dibujos animados.

Así por encima, Lucas calculó que la distancia que habría entre el móvil y esos ojitos serían, como mucho, veinte centímetros. Una cría que aún no tiene los tres años, con un móvil en las manos para que no moleste, probablemente, a su madre, es un claro ejemplo de que en un futuro no muy lejano, sea poseedora de esos móviles de realidad aumentada porque no verá más allá de sus narices y no las narices de Lucas.

No hace falta que sea más mayor. En el trayecto del tren, la madre le ha quitado el móvil dos veces y la cría se ha puesto como una energúmena. Parecía que le habían arrancado un brazo.

Tremendo.

En fin, no sé dónde iremos a parar con esta nueva hornada de humanos que están subiendo, pero hacia un lugar más amable, comprometido, saludable, estamos convencidos de que no.

Como diría mi cuñado y nosotros en más de una ocasión, nos vamos al garete a pasos agigantados.