Gancho

¿Dónde está el gancho para que vuelvas a caer de bruces en una app como Tinder? Hace una semana, me comentaba Lucas que, después de apuntarse otra vez, (con esta ya van sesenta), escribir lo de siempre, poner las mismas fotos y seleccionar las características que cuadran con sus gustos, le aparecieron en la zona borrosa, cuarenta y dos nenas que, supuestamente, se fijaron en él.

Seguía comentando que, en cuanto pagas, lo borroso se vuelve nítido y, según sus expectativas, muchas nítidas iban a parar a la izquierda, ya que no cumplen para nada con su ideal.

Me preguntaba, como si yo supiera de estas cosas o como si hubiese programado la aplicación, —¿por qué ya no existe esa lista de chochocientas nenas que se fijaron en mi perfil. Qué pasa en cuanto pagas. Es que el gancho está, precisamente, en la curiosidad?— Ese detalle, le sigue sorprendiendo, pero no escarmienta.

—Antes de apuntarme—, decía, —aparecen cerca de mi ubicación, un montón de nenas—. Le mosqueó que, sin haber cambiado ni un solo criterio, en cuanto soltó la pasta, —¡¡¡alehop!!!, o no aparecen más o las que salen están a tomar por culo de lejos—.

El botón de Global estaba desactivado. Significa que no deberían aparecer nenas de Zaragoza, Baltimore, Londres, Madrid, Cádiz, París, etc.

—Por ejemplo, si delimitas el radio de búsqueda en cincuenta kilómetros, se supone que las nenas, han de vivir o estar localizadas, como mucho, a esa distancia. Pues no. Entonces, ¿para qué coño pongo la distancia, si luego hace lo que le da la gana?

Lucas no me hace caso. No sé cuánto tiempo llevo diciéndole que se olvide de estas apps porque no conocerá a nadie por aquí. Que lo deje correr. Que entre en una cafetería, le pida la hora a la dependienta. Que la mire fijamente a los ojos y que ella, aturdida, responda: —es hora de cerrar. ¿Te apetece que tomemos una birra?—. Prefiere seguir arriesgando la pasta. Se apunta; selecciona tooodos los criterios habidos y por haber para encontrar a la nena de sus sueños y tiene la manía de comentarme sus avances. Como buen amigo suyo, le escucho. No le hago, por eso, mucho caso, porque tard o d’hora se dará de morros, una vez más. Y así, hasta la próxima.

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