La intención es buena. Crees que tus gatos se van a derretir de emoción cuando les plantes, en medio de la sala, esos gadgets que has comprado exclusivamente para ellos, y la verdad es que pasan un huevo de avestruz.
Piensas que, tal vez, necesiten un poco de tiempo para adaptarse al rascador de suelo. El de pared hace como un año que está colgado y el único que lo ha utilizado has sido tú y por accidente.
Las camitas, que son como una alfombra cálida de pelos, las has dejado en un lugar estratégico. Cerca de la ventana y dándoles el sol de pleno, pero tengo la sensación -no soy adivino- que las van a utilizar tanto como tú la barra de dominadas que tienes colgada en el recibidor de tu apartamento.
Ve comprando cositas para tus gatos. Te lo va a agradecer Rita la cantaora, porque lo que son ellos, lo tienes clarinete.
Hace mucho tiempo compraste una pelota en cuyo interior sonaba un cascabel. ¿Juegan con la pelotita de marras? ¿A que no? Pues eso. Ya te digo que tanto las mantitas como el rascador lo tendrás que inaugurar tú con tu cuerpo serrano. Quizás, si ven cómo te introduces en la cuevecita, te quieran imitar y se metan ellos. El problema es que son de tamaño gato y tú, humano, como no metas la cabeza, no creo que puedas introducir mucha cosa más. Un pie, tal vez, para cuando haga frío. ¡Mira por dónde!, quizás no ha sido una compra en balde. Si hace frío, siempre puedes meter los pies.
Ya te contaré si hacen progresos con los gadgets. De momento, hemos asomado la cabeza por el dintel de la puerta y no hay movimiento alguno por los alrededores de las camitas para gato. Siguen aposentados en la butaca que te regaló tu madre y que debería recibir una limpieza super a fondo, porque al final no sabrás si es negra, marrón o del color de los pelos de ambos felinos.
Seguiremos informando desde la casita de los gatos.
Asi como los niños, una pelota con papel de aluminio da resultado.
Y que decir de una simple caja de cartón, bueno, bonito y barato.