¡¡¡Es muy urgente!!!

¡Qué frase tan extraña! No se la había oído pronunciar nunca a Antonio. Desde que lo conozco, es un tipo que se lo toma todo con mucha calma. ¡Relájate, respira, cuenta hasta diez!, son las palabras que más utiliza en su distendida y agradable jornada.

Comentario de Lucas

Todo en su vida, se rige por un equilibrio Zen que casi roza la divinidad.

—(Antonio) ¿Para cuándo ha dicho que lo quiere?
—(Cliente) Para ya. Es muy urgente.
—(A) Pues va a ser que no. Se tendrá que esperar como todos aquellos de la fila izquierda.
—(Cliente) ¡Pero si allí no hay nadie!
—(Cliente) En la oficina me dijeron que se lo podía pedir a usted. Me han dicho que tiene mucha influencia. Que lo suyo son las urgencias.
—(A) Pues le han informado muy malamente. Aquí, todo se hace con una calma absoluta.

¡¡¡Y una mierda como el sombrero un picaor!!!

No le hagas caso a Lucas. Últimamente desvaría bastante. Debe ser por el calor. Este Antonio del que habla a menudo, lo pide todo, absolutamente todo con URGENCIA (en negrita, para que se lea perfectamente).

Antonio a Lucas:
—Esto es muy urgente. Házmelo lo antes posible.
—Esta urgencia es más urgente que el primer trabajo urgente. Envíamelo con mucha urgencia.
—Por favor, no te olvides de comentarle al proveedor que esto es más urgente que la urgencia de la semana pasada, aquella que te dije que era urgente. Es muy urgente que se lo digas.

Y así podríamos pasar días enteros recordando urgencias, cambiando esto por aquello, porque no es que sea urgente, sino urgentísimo.

Ayer, recién volvió de su primer ciclo de vacaciones, agarró una hoja de su libreta de urgencias y escribió arriba, hacia el centro de la hoja, en negrita, catorce letras en mayúsculas y una fecha: TAREAS URGENTES, para el lunes 19 de junio.

No se ha hecho esperar y esta mañana ha enviado, con carácter urgente y por dos medios diferentes (Whatsapp y correo electrónico), la palabra URGENTE. Esto es para ayer. Es muy urgente.

El equipo de gnomos de Lucas se ha puesto manos a la obra y…
—Espera, que me entra un correo urgente.
—Cristina, le he dicho al señor Ernesto mil veces que tendrá que esperar como los tipos de la fila derecha. Y como sé que te dirá que allí no ve a nadie, dale largas. ¿Tu ma entendio, no?

Pues lo que te decía, esta mañana le ha pedido al equipo externo que le resuelve las urgencias, encarecidamente con carácter urgente; que deje todo lo que tienen entre manos para solucionar, lo antes posible, una urgencia que tiene con su cliente de urgencias.

El mensaje del cliente rezaba así:
«Apreciado Antonio. Me ha dicho un pajarito (casualmente viajaba en el mismo vuelo que tú, pero no se atrevió a pedirte un autógrafo) que vuelves a estar al cien por cien. Necesito para mi cliente final, aquel retoque que teníamos pendiente de principios de mayo. Recuerda que es muy urgente»

El jefe de urgencias del hospital

Antonio ha hablado con Lucas y le ha planteado la urgencia. Lucas, por otro lado, ha contactado con su equipo de gnomos y se han puesto manos a la obra. Antonio, antes de tomarse su segundo café, ya tenía encima de la mesa el prototipo del receptor de urgencias en el que llevaban trabajando casi treinta días con su equipo.

Tres horas, más o menos, después de enviar el trabajo, Lucas sigue sin tener noticias de Antonio ni de sus supuestas urgencias urgentes.

—Siempre me pasa lo mismo. No aprenderé nunca. Tanta prisa, tanta urgencia y Antonio se ha vuelto a marchar sin decirme nada. Otro día… (joer con los mensajes de Telegram)…
—Biel, espera un momento. Estaba redactándole al microscriptor un diálogo para que el lector se pusiera en situación y ¿ahora vienes tú con las urgencias?
—Vete urgentemente al cuerno.

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