Parece mentira cómo funciona la picaresca en este país. Se supone que hay una serie de personas que deberían velar por el interés general y no por el suyo propio. Deberían anteponer sus debilidades y entregar lo mejor de ellos mismos a sus conciudadanos. Pero está visto que en este país, el que no corre, vuela. Y de una manera más vulgar, también hay una expresión muy adecuada para este pensamiento que me revolotea por la cabeza estos días. La expresión sería: maricón el último.
En las últimas semanas, nos hemos enterado a través de la prensa, que altos cargos políticos e incluso militares de alto rango, en vez de servir a su país, se han dedicado a servirse (como ya es habitual en la zona sur de Europa, al otro lado de los Pirineos, en esa zona denominada piel de toro) a si mismos, como no se podría esperar otra cosa.
Primero ellos, luego ellos y lo que sobre para ellos. Es una pena pero así van las cosas. En muchas ocasiones, encima, lo han hecho a escondidas que, según mi humilde opinión, es de lo más rastrero que existe, teniendo en cuenta que son, supuestamente, servidores públicos.
Llevamos mucho tiempo viendo las mismas escenas en los mismos escenarios. Se repiten constantemente y para nuestro pesar, no hay remedio.
No sé si el refrán «ande yo caliente, ríase la gente», sería el más adecuado para describir esta situación. Mas bien deberíamos retocarlo un poco «mientras ande yo caliente ya me va bien, porque la gente me importa una mierda»… y además en nuestra propia cara. Sin ningún tipo de escrúpulos ni manías. Primero ellos, después ellos y lo que sobra para ellos… Y a nosotros, que nos den por el saco.
Si las personas que se han saltado la cola solo por ser lo que son y no por lo que representan, tuviesen un poco de dignidad, deberían dimitir en grupo y despojarse de cualquier privilegio que pudieran tener desde hoy hasta la eternidad, desaparecer de nuestra vista y dejar a otros mucho más competentes y dignos que ellos, hacer las cosas como se deben hacer.