¿Por qué está tan presente ese afán de meternos, sin avisar, en el jardín del vecino?
¿Por qué se palpa en la calle el fracaso de la civilización? Parece que las directrices apuntan hacia esa dirección.
Esta pregunta/pensamiento da vueltas por mi cabeza, casi todos los días, y no doy con la respuesta.
¿Por qué es tan propio de muchos «humanos» no compartir su bocadillo que, supuestamente, les pertenece y, para más recochineo, el bocadillo de los otros?
Hace tiempo, escribí sobre ese pecado capital, la avaricia de los políticos. No se cuenta con los habitantes, ni tan siquiera con los militares. En este caso, los culpables de todas estas mierdas son los políticos. Vale, los empresarios sedientos de poder, también. Los fabricantes de armas y gadgets de destrucción masiva, pero los políticos se llevan la palma.
Una vez leí por ahí que las guerras las perpetran viejos que se odian y se conocen, enviando al frente a jóvenes que no se odian ni se conocen.
Contra esta postura delictiva no hay nada que hacer.
Estoy de acuerdo con que las personas se trasladen por el mundo en busca de una vida mejor. Tener ganas de vivir con armonía y paz debería ser el objetivo principal de todo humano. Entonces, ¿a santo de qué se está minando la paz, la armonía, el equilibrio entre humanos de nuestra Tierra?
Quieren que desaparezca la mitad de la población y, ya que la aniquilación masiva no es políticamente correcta, se fabrican guerras o plagas de toda índole para eliminarnos con el beneplácito de unos pocos.
No sé si todas las noticias que corren por internet son reales o putos fakes, pero la de esta mañana me ha tocado bastante los bemoles, por decirlo suavemente.
Parece ser que el presidente del país en el que vivo, se permite el lujo de venderlo a otros a cachos, como si fuera un queso semi-curado. «Este trozo para ese al que le sobra personal y mucha arena, este otro para aquél que tiene un color en su piel tirando al amarillo, este trozo que tiene buena pinta me lo reservo por si los fabricantes de películas del oeste lo quisieran. Ya veremos…».
No sé si todas las noticias que aparecen en el Discover de Google son ciertas o no. Tampoco sé si esas otras que te pasan, con todo cariño, tus amigos, son ciertas o lo hacen para minarnos la moral. No tengo ni idea, pero desde luego no pinta nada bien.
Hace ocho años decidí no tener televisión en casa por diversas razones. La más importante para no intoxicarme con las mierdas de noticias que dan, pero por desgracia llegan a través de otros canales. Así que, de una forma u otra, esas noticias tan maravillosas que lees mientras tomas tu café mañanero, cargadas de energía, alegres y otros adjetivos positivos, creo que están diseñadas para que pases el resto del día cagándote en la puma que parió al periodista de turno.
Suerte que uno es lo suficientemente optimista para sobrellevarlo lo mejor posible y no caer en la tentación de echarlo todo por la borda antes de que a algún borde le dé por invadir tu casa y entrar en tu jardín sin permiso.
Poderoso caballero don Dinero. Siempre existirán conflictos bélicos, el negocio de las armas se vendría abajo. Si no hay conflictos, se crean, sobre todo en África. Es la puta realidad.