Drogabittos

Drogadictos de bits o atrapados en las redes

Como una víctima más del sistema, Lucas llevaba mucho tiempo atrapado en las redes de lo inútil, de lo efímero, de lo que no te lleva a ninguna parte. Echaba a perder el poco tiempo libre de que dispone.

Se enganchó primero a Facebook. Más tarde, a Instagram. Esas miniseries que te cautivan, te apresan la atención durante largos periodos de tiempo. ¿A ver de qué tratará esta o la otra? ¿Y esta, en la que aparece alguien que se cae, otro que grita o se tira por un barranco? Mil videos que crean adicción.

Está solo. Pierde muchas horas mirando sin mirar, sin sentido. No tiene planes, pero su tiempo lo podría invertir en cosas más constructivas. ¡Hay tanto por hacer! Aunque solo sea dormir un rato.

Hace unos días escribía sobre lo difícil que fue borrarse de FB y de IG. Darse de alta es facilísimo, pero eliminar los perfiles son palabras mayores.

De entrada, son apps que vienen instaladas de fábrica en nuestros móviles. Por defecto te están invitando a que entres en la sala de proyecciones para consumir lo que sea. Nos convierten en drogabittos.

Si pretendes eliminarlas de tu vida, debes invertir unas cuantas horas o días, en internet, buscando cómo los expertos acaban eliminando todo rastro de estas apps adictivas. Expertos que se salten los protocolos para llegar al corazón de la bestia. Esos enrutadores que penetran más allá de las tripas del software de tu smartphone y que son capaces, con un solo dedo, de eliminar todo el rastro de las bolas de cocaína cibernética que te habían robado tu libertad.

En esta ocasión le ha tocado el turno a YouTube. De momento, el móvil se utilizará solamente para llamar y enviar mensajes.

Para perder el tiempo aún dispone del ordenador de sobremesa y la tableta que, en este momento, la usa como libreto de partituras o, incluso, para seguir las clases online de sus maestros virtuales de música.