Desde pequeñito, para perseguir tu sueño, te adiestran a ser competitivo. En la escuela, los profesores, te alientan para que destaques por encima de los demás. Eso sí, no lo hacen con todos. ¿Por qué pasa eso, por qué los clasifican según las aptitudes y no las actitudes? No lo sé. Lo investigaré.
A medida que te haces mayor y vas pasando cursos, algunos alumnos se lo toman muy a la ligera y otros, los más cerebrales, demasiado a la tremenda. Se han observado casos de depresiones muy traumáticas si no consiguen lo que ansían.
Nos hacen ser competitivos en los estudios, en la gimnasia, en el equipo de Rugby, ser el más ligón o la más ligona del instituto. De mayor, te machacan para que vayas a la mejor universidad, hagas la mejor carrera y cuando salgas, tengas el mejor trabajo. Te establezcas con éxito. Tengas la mejor familia, los mejores hijos, el mejor automóvil, la casa más grande…
No creo que haga falta tanto para ser feliz. Quizás, en algún momento de nuestro desarrollo intelectual, los educadores deberían investigar otras alternativas; más emocional, más ético, más tangible. Localizar ese diamante que todos llevamos dentro, porque lo hay, y potenciar esa sabiduría innata con la que hemos nacido. Dejarse ya de tanta competición. Digo yo.
Deberían cambiar los sistemas educativos para ser más conscientes de nuestro entorno natural y humano. A veces, perseguir tu sueño, es complejo porque las circunstancias no acompañan.
Te voy a contar un secreto. Abre bien las orejas (es una forma de hablar, ya que no lo voy a decir, sino escribir). Así que abre bien los ojos.
Si trabajas de noche, tienes los horarios vitales cambiados. Tus biorritmos van locos. Entonces, «¿de qué sirve perseguir tu sueño si no puedes pegar ojo?».
A veces, a las tantas de la madrugada, salgo a la terraza a refrescarme un poco. Entonces, la boca se me abre de par en par y no por haber pillado el sueño, más bien porque coincido con otros vecinos que, como yo, intentan perseguir su sueño contando ovejas.
En pocos días hemos conseguido reunir unas diez mil cabezas. Estamos tramitando con el consistorio crear una granja para contener tantas ovejas.
No hay mal que cien años dure. Al menos una me da leche, otra me da lana y otra mantequilla toda la semana…
Muy interesante lo de «perseguir tu sueño».
Bastantes o muchos… dejan pasar los días irrepetibles con sus momentos también irrepetibles esperando que se cumpla su sueño.