Con todo mi respeto, ni me gusta cómo canta ni me gusta él, pero hay una canción donde aparece una frase que siempre repito en silencio, como una letanía. Una pregunta que, los que estamos solos, solemos recordarla en el silencio de nuestro silencio, en la intimidad de nuestra timidez.
¿Dónde irán a parar todos esos abrazos que no damos?
En la canción de Victor Manuel, pregunta a dónde irán los besos que no damos. En mis pensamientos, cambio beso por abrazo. Ese abrazo profundo de deseo, de hermandad, de pasión, de solidaridad, de tristeza compartida, de triunfo, de cordialidad, de amistad incondicional.
¿En qué lugar del universo se amontonan los abrazos que no se dan, como pasa con las hojas que arranca el viento de un árbol seco? ¿En qué parte de nuestras almas se guardan esos abrazos que no dimos en su día?
Hace mucho tiempo, demasiado, que lo pienso.
¿Por qué no se abraza más?
Los abrazos son el equivalente a una carga de energía a velocidad luz que nos regenera por fuera, pero sobre todo, por dentro. Nos apacigua el alma, el espíritu. Lo damos todo en un abrazo. Nos dejamos llevar. Nos conecta con el alma del abrazado y viceversa.
Estoy sediento de abrazos y de abrazar. Esos que se dan y se reciben sutilmente, pero con fuerza; esos apretujones que te pueden cortar la respiración y ponerte la piel de gallina; esos abrazos que se dan primero con las miradas perdidas en las pupilas del otro y después uniendo los cuerpos que se pegan como dos sellos, haciendo el vacío.
¿Dónde se esconden?
Me gustaría darlos y recibirlos antes de abandonar la forma sólida de humano, antes de convertirme en un soplo de aire, antes de pasar la frontera. Deseo abrazo de amiga, de amante. Los abrazos de familia los tenemos cerca, por suerte.
Necesito ese abrazo reparador que lo arregla todo aunque no haya arreglo, que lo cura todo aunque no haya cura. Ese abrazo sin más, ese que te alegra la vida.
un super abrazo !!!