Menos de veinte kilómetros son los que separan su casa del trabajo. En dos ocasiones se le hicieron eternos.
En la primera, se apagaron cinco veces los faros de su Suzuki Vstrom, en diferentes puntos del recorrido. Cuando se subió a la moto para irse a casa, no le funcionaban ni las de los relojes. Rezó un par de oraciones, quitó la llave, volvió a arrancar la moto y todo volvió a la normalidad.
Para curarse en salud, tuvo la brillante idea de regresar por la autopista.
En la ruta se le apagaron cuatro veces más y tiró de las luces de posición, los warnings y alguna que otra frase subida de tono.
Días después, el mecánico localizó el problema. Parece ser que había un puto cable que hacía contacto en la piña del encendido.
—Con esta chapuza que hicieron para conectar el USB se te podría haber incendiado la moto. Has tenido mucha suerte. —Comentó Toni con cara de asombro.
Lucas, desde que lo conozco, ha pecado de ver poco de noche. Me atrevería a asegurar que casi nadie ve bien. Tal vez los más expertos, los que conducen por intuición, son los que menos coñazo dan con las luces. Él pertenece al grupo de los pesaos.
Hace unas semanas está haciendo pruebas con las bombillas H4 Led, supuestamente homologadas, para valorar si mejora la visión nocturna con la BMW R850R.
Juan, su mecánico de confianza, le habló de unas que le había sugerido su recambista de zona.
Una auténtica caca de la vaca. Probaron con dos unidades en diferentes sesiones y antes de salir del taller ya se habían fundido. Y eso que no eran precisamente económicas. Suerte que a Juan, le devolvieron el dinero.
Han pasado algunas semanas más y Juan le envió otro mensaje comentándole que le habían llegado unos Leds nuevos, más baratos y supuestamente de mejor calidad. Baratos y calidad no son precisamente una buena combinación, pero si él lo dice habrá que creerle.
Ayer por la mañana, Lucas pasó por el taller. Instalaron la nueva bombilla Led del copón bendito y se marchó feliz para su casa.
—¡Wow! Ahora sí que voy a flipar en la carretera. Se hará de día…
En el garaje hubo algo que le llamó la atención. Lo normal es que se vea reflejada la luz en los vehículos aparcados. Quizás, al ser luz blanca, se difumine en el espacio. Pensó.
¡Y un cuerno!
Tenía que haber vuelto al taller después de esa experiencia mística, pero no le daba tiempo.
¡Mierda!
En el trayecto al trabajo le sorprendió que la luz no se viera reflejada en los vehículos que tenía delante. Otra vez le pasó por la cabeza que al ser luz blanca y de día, sería normal.
—No nos pongamos nerviosos. —Volvió a reflexionar Lucas.
Eran las dos y cuarto de la madrugada; hora de volver a casa. Mientras se equipaba puso la moto en marcha para que tomara temperatura.
—Rarito es. Me parece que voy a sufrir como me pasó con la Vstrom. —Se dijo otra vez.
Efectivamente. La superbombilla Led daba menos luz que el foco que lleva en su bicicleta. El faro, a más de tres metros, no iluminaba una mierda. Solo delante. A los lados, nada de nada.
—Mañana, en cuanto me levante, le voy a enviar el informe de la experiencia sobrenatural que he vivido al volver a casa. —¡Qué desastre, por favor!
Como dicen los asturianos: mejor no meneallo.
A ver si disponemos de un ratito para dejarlo todo como estaba. Ya daba buena luz, pero Lucas es un pelma con la iluminación y estas cosas se acaban pagando caras.