Decidir

A priori, decidir debería ser fácil. Esto o aquello. Arriba o abajo. Decidirse por este modelo o por el otro se nos antoja fácil. No estás seguro de qué color te va a combinar mejor con el vestido a rayas o con la camisa de cuadros, pero el hecho de decidir no te quita el sueño. Dónde vas a ir de vacaciones este año o el que viene, tampoco se considera una preocupación que trascienda más allá de tus decisiones vitales. Me compro esta casa o aquel apartamento, etc.

Decidir por la calidad de vida de tus padres, de tus hermanos, de tus seres más queridos o simplemente de tus mascotas que forman parte de ti; decidir qué es lo mejor para que no sufran, para que se puedan ir en paz, con una sonrisa en los labios, sin ningún atisbo de dolor, es ahí donde surge el verdadero dilema de la vida. Decidir. ¿Qué hay que decidir? ¿Lo mejor para uno? ¿Para los otros? ¿Quién decide?, pero lo más importante es ¿qué se decide?

No tiene por qué ser el final. Se lucha para salvaguardar la calidad de vida de tus padres. Ellos te cuidaron durante muchos años. Ahora te toca a ti. Decidir qué hacer es complicado, pero se puede resolver de forma inmediata. Get out!!! Nos la llevamos.

¿Existe un día concreto con unas pautas que se han de cumplir para que hoy toque decidir? Hoy decidimos esto. Hoy es ese día. No se puede perder ni un segundo más, si no te quedará, grabado a fuego en la memoria, ese sabor amargo para los restos.

Hoy toca decidir.

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