De cráneo

Ir de cráneo, de cabeza, que no te dan las horas, que no te da la vida, son expresiones cotidianas para decir que no tienes tiempo ni de echar un pol… y mucho menos de limpiarlo.

Los días pasan volando. Ya que las semanas y los meses viajan a velocidad luz por delante de tus ojos, vigila con parpadear más de la cuenta porque entonces estás perdido. Cuando menos te lo esperes, te encontrarás sentado, frente a la mesa, rodeado de amigos y enemigos, comiendo hasta las trancas y cuando no puedas más, los dueños de la casa, te ofrecerán turrón. A ver si revientas de una vez y dejas de ir a tocar los huevos a casas ajenas.

Justo en ese momento será cuando ellos, y no tú, sean los que vayan de cráneo porque no les da para más el día, aunque lo estiren como si fuese un «double bubble gum».

Algo parecido me ha ocurrido esta semana con la organización del tiempo. No he parado quieto y, sin embargo, no he tenido tiempo para solventar todos los líos que llevo entre manos.

Que si prepara el original-maqueta del segundo libro porque lo espera el lector cero; que si empieza a preparar los bocetos para el tercer libro. Sí. Has leído bien: el tercero y espera, porque el cuarto lo tengo en el cajón, a la espera de tener un poco más de tiempo, porque voy de cráneo.

Aquí, quien más, quien menos, va atropellando. ¡Mira! Otra expresión que denota ir de culo.

Si no se tuercen las cosas que antes estaban rectas o se doblan o se curvan, próximamente (coming soon), Lucas, Biel y un servidor, tendremos el placer de presentaros el segundo y tercer libro que verán la luz, si pagamos el recibo, este próximo Sant Jordi.

¿Por qué hablo de dos? Porque para el cuarto aún faltan unos cuantos meses, aunque la maqueta ya está definida. Esto de escribir es como rascarse. Una vez empiezas, te cuesta parar. Da tanto placer como… Un momento, que miro la hora. ¡Uy! No puedo usar la expresión que quería. Aún es pronto y puedo cruzarme en el ascensor con un infantil o adolescente y me señalarían con el dedo: —mira, ahí va aquel que no tiene consideración con las franjas horarias y dice lo que se le antoja cuando le da la real gana.

Pues no. Eso sí que no. Por ahí no paso. De hecho, no paso porque la semana pasada hicieron una zanja y quien pase, se va al hoyo, sin más. Bueno, ahora te dejo porque no tengo tiempo ni de limpiarme los dientes con tranquilidad. En quince minutos salgo pitando para el trabajo. Cachis. No me acordé de decirte que el martes me compré un pito para salir pitando. Hasta ahora, utilizaba la tapa de una cacerola vieja que me dio el señor Ernesto. —No voy a usala má porque man regalao una termomí. Man dicho que lo ase too. Así que, si quieres, te la paso.

El único problema que tiene la tapa de la cacerola es que está hecha de barro y depende de conqué la golpees, durará menos que dos gramos de coca delante del colegio de Rocafonda. Así que preferí usar el pito para salir pitando.

¡Hostia! Te he de dejar. Son casi las siete de la tarde. Apa.

1 comentario en “De cráneo”

  1. Aurora Anguera

    En lugar de sopas o canelones, carnes o pescados, y turrones…puedes cambiar a ensalada solo de lechuga y una rebanada de bimbo con una loncha de queso. Ya verás que largo se te hará el día…

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