No es igual para todo el mundo. Unos se lo toman como unas vacaciones, otros como un martirio. Lucas no se lo toma, directamente.
El hecho en sí de la baja, si lo miras con ojos logísticos, no deja de ser un engorro. No puedes hacer lo mismo que la semana anterior porque, de alguna forma, te sentirías como un estafador que está haciendo trampa.
Si estás de baja no deberías arriesgarte a hacer aquel viaje a Egipto. Tampoco serás el último que lo hace y encima, ese tipo, colgará las fotos en las redes sociales.
—¿Qué tal la recuperación de la operación?
—No salí de casa en tres semanas. Casi me subo por las paredes.
—Ya. Pues las pirámides de Egipto son lo más parecido a una pared tumbada y se le veía muy contento allí.
Ante esta situación ¿qué se puede hacer? Seguramente, nada. Bueno, sí. Comprar una caja de cartón, de esas que se usan para las pequeñas mudanzas, recoger tu taquilla o la mesa de despacho y esperar a que la bronca no se escuche hasta en el Cairo.
Lucas tiene su vida montada durante el día. Trabaja de noche y aunque vaya un poco corto de sueño, prefiere ese turno a cualquier otro. Dice que la noche lo confunde, pero es el mejor horario que ha tenido nunca.
¿Qué pasará ahora con el resultado de su baja?
Cuando el equipo médico del servicio de salud laboral lo analice como si fuese un microbio en el portaobjetos de un microscopio electrónico, pueden pasar muchas cosas o tal vez nada. Si le dicen que no es apto para los catorce kilómetros diarios, pateando la población, ¿deberían recolocarlo en otro servicio, en otra unidad? Y eso, desde ese punto logístico que te indicaba antes, ¿podría significar un cambio de turno? ¿Perdería sus honorarios vampíricos? ¿Perdería su libertad mañanera?
Sobre ese aspecto no puedo informarte por dos razones, A y B. Hasta que no tengamos los datos suficientes para hacer una composición de lugar, no sabremos a qué atenernos.
Tal vez te preguntarás cuál es la razón por la que hablamos en plural. La respuesta es fácil; somos varios los afectados por esta catástrofe y por ello, tenemos y debemos decidir todos sobre nuestro futuro.
Tómatelo con tranquilidad. Nosotros lo hacemos. Cada cosa a su tiempo.
Ahora, lo más importante es que lo más importante sea lo más importante (Stephen Covey). Por lo demás, todo se andará.
Por cierto, gracias al preguntar por nuestro tobillo. Ahí anda… jodido.