Hace más de un mes decidiste darte de baja del caralibro por diferentes razones. La principal es la que más peso tiene. Ocupa demasiado tiempo en la vida de un humano y no deja de ser un escaparate (ya lo sabemos) en el que muestras tus secretos más íntimos (o haces el gilipollas).
Aunque solo sean las fotos que hiciste el verano pasado cuando conociste a Petra, ya te estás abriendo a un mundo desconocido. ¿A quién le importa más que a ti lo que hiciste o dejaste de hacer?
Esta frase tiene bastantes fallos de concepto. De hecho, hay mucha más gente de la que pensamos, que vive por y para sus «otros»; los que están allí, los que miran.
Tenemos la costumbre de meternos en sus vidas a través de la pantalla del móvil, del ordenata o la tablet. La cuestión es chafardear qué hace el vecino. ¿Dónde ha estado? ¿Con quién? ¿Cuál es la última tendencia? ¿Qué coche lleva?…
Encontrar el botón que lo elimine todo de un plumazo, ha sido un trabajo duro, digno de una película de piratas en busca de tesoros escondidos.
Fácil, fácil, lo que se dice fácil, no es. Cuando consigues llegar a la pantalla correspondiente, aparece un mensaje bastante pequeño en el que pone Eliminar cuenta, en comparación con el botón enorme en el que reza una frase parecida a: ¿Seguro que quieres darte de baja? Mira que no hay vuelta atrás. Piénsalo bien. Tienes treinta días para desestimar tu idea.
Tú, erre que erre, quieres seguir adelante. En dos segundos apretarás el botón; ya te ves libre para los restos, pero de repente te asaltan las dudas. ¿Y si antes de borrarlo te guardas una copia de seguridad, por si acaso? El porsiacaso nos seguirá hasta la tumba, ¡¡¡ya verás!!!
Decides, antes del borrado total, guardarte una copia de seguridad. Más vale copia en mano que borrado definitivo. Buscas en internet Cómo hacer copias de seguridad en Facebook. El tipo lo explica de maravilla, aunque te asalta una duda: de qué pantalla me está hablando porque aquí no sale nada de lo que está diciendo.
Haces un parón porque te estás poniendo de los nervios. Pasan las horas y los días.
Un amigo te comentó que hizo diversos intentos un año antes y le costó un huevo eliminar su perfil, pero que con paciencia y una caña, lo logró. Mañana te enviará por correo el guion que utilizó.
Sigues los pasos de tu amigo y ¡voilà! Aparece en tu pantalla el siguiente mensaje: Tu perfil está a punto de pasar a mejor vida. No podrás recuperar una mierda.
Te da igual. Ya lo tienes decidido. Ahora toca esperar porque en el siguiente mensaje aparece otra nota en pequeño donde pone: Tu perfil se borrará definitivamente en treinta días.
El mismo tiempo que perdías en Facebook también lo invertías en IG, como lo nombran los frikis. El dedo índice ya lo tenías limado por la parte interna de tanto deslizarlo por la pantalla de tu smartphone.
Ayer te armaste de valor y escribiste en «Google voy a tener suerte»: Cómo eliminar el perfil de Instagram. Localizaste un video explicativo parecido al de FB. «Entra en IG y en la parte superior del menú, encontrarás un submenú. Haz clic en Centro de cuentas y sigue los pasos».
¿Los pasos? ¿En qué pantalla ha dicho el tipo? Lo vuelves a visionar porque hay algo que has pasado por alto. ¡Ah, sí! Te habías olvidado de mirarlo en el ordenador de sobremesa porque en el móvil está más que escondido.
Otra vez, y en esta ocasión mucho más atento, sigues los famosos pasos. «Entra aquí, clica allá. Fíjate bien si quieres eliminarla o simplemente esconderla». Otro mensaje de mierda de las redes sociales para que no los abandones.
¡Qué fácil fue darse de alta y qué difícil es borrarse! Piensas para ti.
El tipo te aconseja hacer antes una copia de seguridad. Sigues, como no, sus pasos. «Antes de borrar definitivamente tu cuenta, haz una copia por si acaso». Ya estamos otra vez con el porsi.
Después de varios intentos por localizar dónde coño está el botón para hacer una copia de seguridad, encuentras el apartado en el que están todas tus fotos. Te tomas la molestia de marcarlas una por una, ya que no hay forma de hacerlo en conjunto. Antes de apretar el botón de Upload files rezas un padrenuestro. Patapam. Tus fotos han desaparecido del mapa, del muro y del ordenador.
¿Qué coño ha pasado? ¿Dónde están las putas fotos?
Dos horas más buscando por internet: Cómo encontrar las fotos borradas de IG. Cansado y asqueado decides cortar por lo sano. A tomar por saco todo. Aprietas el botón de Eliminar cuenta.
¡Treinta días más! ¡Será posible! ¡Qué pesado que es este Zuckerberg de los huevos!