Andar solo por ahí genera ese tipo de alucinaciones. En vez de tener conversaciones normales con otros de su misma especie, a Lucas le da por conversar con sus neutrinos. Frases incongruentes afloran constantemente por sus poros. Preguntas absurdas sin respuestas coherentes.
De frases necias para oídos sordos o con un tapón de cera está el mundo lleno. Incongruencias que le hacen sonreír por lo absurdo. Faemino y Cansado, Grouxo Marx, Tip y Coll o Monty Python son sus ídolos. Lucas me comentó en una ocasión que de llegar a mayor le gustaría parecerse a esos tipos.
Advierte que algunas frases no son suyas, pero le apetece compartirlas. Está harto de arrastrar todo el peso de sus disparates y le gustaría encontrar a otro humano que le acompañe en estas lides.
¿Por qué todo junto se escribe separado y separado se escribe todo junto? ¿Por qué cualquier tiempo pasado fue anterior? Morir es como dormir, pero sin levantarse a mear. Tu secreto está a salvo con… nosotros. Soy así de divertido porque mi vida es una broma.
Eduard Punset, en una ocasión señaló que la vida es aquello que pasa mientras haces proyectos. No sé si era suya o prestada, como pasa con los calzoncillos, que si no tienes o no llevas, tu mejor amigo te los prestará un rato. Eso sí, a veces están firmados con un seudónimo.
Una frase parecida a la que pronunció Punset, pero más adecuada a los tiempos que vivimos, sería esta otra: la vida es aquello que pasa mientras buscas wifi.
Groucho Marx dijo: «nunca olvido una cara, pero contigo haré una excepción». Seguro que te ha pasado más de una vez. Piensas que esa persona que tienes enfrente te suena y en verdad, llevas muchos años sonándote solo.
—Cuantos más días pasan, más ganas tengo de verte.
—¿Y de cuántos días estamos hablando?
—Pues ya son 758.
—¿Y eso no te da una pista?
No eres feo, pero si fueras agua no serías potable. Estoy bien hecho, pero mal acabado.
La esclavitud no se abolió, pasó a ocho horas diarias.
La inteligencia te persigue, pero creo que eres más rápido.
Entre “casado” y “cansado” hay una letra de diferencia. Esto me recuerda a la conversación que tuve con una disléxica hace un par de semanas. Me decía que cambiar una letra por otra no lo veía tan grave.
Mis neutrinos se pusieron en marcha. El juego de palabras no se hizo esperar. Hablábamos de su moño. Un sinfín de trenzas le recorrían la espalda hasta coronar, con la última brizna de pelo y como si se tratara de una cereza que decora el vértice de un pastel, ese moño tan precioso.
La miré fijamente y le pregunté, con una leve sonrisa en los labios, si accidentalmente cambiara la m por la tercera letra del abecedario. Me devolvió la mirada y la sonrisa. Sin abrir la boca me dio la razón.
—¡Coño!, —exclamó. Es más importante de lo que pensaba.
El alcohol no soluciona los problemas, pero el agua tampoco. Leo Harlem, en uno de sus monólogos, habla de la cultura del alcohol. «La vida salió del agua, la vida salió del agua. ¿Y por qué salió? Porque se aburría».
Si dejas de tener la regla, ¿cómo mides la distancia entre los cuadros de la cuadra? Preguntas como esta y otras tantas son las que no me dejan dormir por las noches.
Me despierto de repente y pregunto a veces a voces, a los cuatro vientos para que me escuchen los vecinos, si pueden dormir a pierna suelta, incluido el pirata del cuarto tercera, ese que tuvo un enfrentamiento con un tiburón blanco: ¡eh!, vecinos, cuando contáis ovejas para coger el sueño otra vez, ¿por cuáles empezáis, por las blancas o las negras?
El gran Eugenio hubiera respondido: «por las blancas». Y, ¿qué pasa con las negras? ¿acaso eres racista?, le hubiese amenazado sin más miramientos. Él, con una elegancia exquisita, no hubiese tardado ni dos segundos en responder que también cuenta las negras.
Me encantan las conversaciones de Lucas con sus neutrinos! Soy fan de esos dialogos!