Llevas una semana pensando si poner la estantería en alguna pared de casa.
Está quedando todo tan bonito que te da pena hacer agujeros de nuevo y ensuciar las paredes.
Antes de contratar al pintor, te daba un poco igual porque las pobres paredes tenían, aparte de polvo, aquel color con tendencia al amarillo viejuno que se genera con los años.
Dicen que el humo también produce el mismo efecto. Por suerte, en esta casa no se fuma, pero la sensación tendía hacia allí.
Tampoco exageremos. Eran blancas, aunque blancas con manchitas dispersas por los bajos, medios o altos de la pared y el techo. Agujeros de antiguos rieles de cortinas o simplemente, «gumets» que algún crío enganchó porque le hacía gracia.
Habías preparado el taladro, el martillo, el nivel, los tornillos, el destornillador y los tacos del seis, porque tuviste una iluminación.
Las herramientas quedaron ordenadas encima de la mesa.
Tenías la intención de poner la estantería encima del piano. Así podrías dejar las partituras a la vista y no metidas en esa caja de cartón tan fea.
No te has acabado de decidir.
La pared -vacía- en la que está el piano ha quedado fantástica.
¿Acaso tienes tantas ganas de hacer cuatro agujeros para colocarla allí?
Con los cuadros va a pasar prácticamente lo mismo. Ocho o diez de diferentes temáticas y medidas, ocupaban parte de la pared del comedor-sala, más dos en el pasillo y tres en el dormitorio era toda tu colección pictórica.
¡¡¡Bufff!!! Solo de pensar dónde colocarlos, te da pereza.
Es probable que pongas alguno porque si no la pared quedará demasiado desnuda. ¿Pasa algo si no los cuelgas? Ya tendrás tiempo volver a recargar las paredes.
De momento, disfruta del espacio que se ha generado, de los cambios de tonalidad con los que se ha conseguido ese volumen tan interesante. Una pared más oscura en el fondo y las otras tres con el techo, de un tono más clarito, dan sensación de profundidad.
En la siguiente etapa se han de pintar los marcos, las puertas y alguna ventana, pero eso no ocurrirá hasta dentro de una semana.
Hasta entonces, seguiremos disfrutando de las superficies vírgenes.